El apagón tumbó la cobertura móvil en media España y dejó al descubierto sus puntos débiles


El 28 de abril de 2025 será recordado como el día en que las redes móviles españolas sufrieron uno de los mayores colapsos de su historia reciente. Un fallo masivo en la red eléctrica ibérica provocó una cascada de desconexiones que afectó de lleno a la infraestructura de telecomunicaciones en buena parte del país. Según un informe publicado por Ookla, el impacto fue demoledor: más de la mitad de los usuarios de móvil en amplias zonas de España se quedaron sin cobertura total durante las horas críticas del apagón.
La investigación ofrece datos geográficos detallados sobre cómo evolucionó la desconexión, evidencia hasta qué punto las redes móviles dependen de forma directa del suministro eléctrico. Cuando este se interrumpe, todo el sistema entra en cuenta atrás.
Cortes en cascada por falta de autonomía energética
Las primeras caídas se registraron apenas 30 minutos después del inicio del apagón. Zonas con escasa o nula autonomía energética, como células pequeñas en áreas urbanas densas o emplazamientos rurales sin respaldo, fueron las primeras en quedar inoperativas. En solo dos horas, el operador más afectado tenía al 12 % de sus usuarios completamente fuera de servicio.
A lo largo de la tarde, las baterías de los macroemplazamientos fueron agotándose. A las 21:00 horas, el corte alcanzó su pico, más de la mitad de los usuarios móviles españoles estaban sin servicio. Las gráficas de Ookla comparan esta evolución con una “curva de infección”, ilustrando cómo los cortes crecieron, se propagaron y luego comenzaron a remitir con la progresiva reenergización de la red eléctrica.
Vodafone resistió mejor, Movistar tardó más
El informe también revela diferencias notables entre operadores. Vodafone registró el pico de cortes más bajo y temprano, lo que sugiere una estrategia de cobertura más amplia pero con reservas energéticas menos profundas. Orange, en cambio, alcanzó su peor momento más tarde, pero con un corte más pronunciado, probablemente por priorizar respaldo en menos emplazamientos clave.
Movistar se situó entre ambos en cuanto a impacto inicial, pero tardó casi el doble que sus competidores en reducir la cifra de usuarios sin servicio a niveles normales, algo que podría deberse a su fuerte presencia en áreas rurales, donde la recuperación es más compleja.
La lección es que sin energía no hay red
El apagón fue una llamada de atención sobre la fragilidad de nuestras redes móviles. Las estrategias de gestión energética, como el uso de generadores, reducción de la potencia de transmisión o la desconexión temporal de tecnologías como el 5G para ahorrar batería, jugaron un papel crucial. Pero también demostraron sus límites.
Los datos de Ookla dejan claro que, sin una planificación sólida de resiliencia energética, ni siquiera los operadores mejor preparados pueden garantizar continuidad total del servicio en un apagón prolongado. La instalación de baterías más potentes, generadores estratégicos y medidas de gestión activa ya no son opcionales, sino esenciales.
Marruecos evidencia otra fragilidad del sistema
Curiosamente, las redes móviles marroquíes no sufrieron problemas en la cobertura móvil, ya que su red eléctrica se mantuvo estable. Sin embargo, experimentaron una fuerte degradación del servicio porque gran parte de su tráfico internacional depende de infraestructuras situadas en España. Al colapsar los centros de datos y routers españoles, la conexión desde Marruecos también se vio afectada.
Esto demuestra que la resiliencia de una red no solo depende de su alimentación eléctrica, sino también de su estructura internacional, disponer de rutas alternativas, como fibras submarinas hacia Francia o Italia, puede ser tan decisivo como tener un buen generador en cada torre.
Redes móviles ante una nueva era de incertidumbre
El apagón ibérico ha servido de test de estrés para las operadoras. Y el resultado deja claro que la resiliencia ya no es un extra, sino parte integral del diseño de red. Las autoridades de países como Noruega o Finlandia ya están impulsando normativas para exigir más solidez en este aspecto. En España, los datos del 28 de abril deberían acelerar esa conversación.
Mientras tanto, los operadores deberán replantear cómo despliegan sus sistemas de respaldo y si es viable mantener la cobertura móvil incluso durante emergencias prolongadas. Porque, cuando todo falla, es cuando más se necesita poder hacer una llamada.
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