¿Qué santos se celebran hoy, martes 22 de abril de 2025?
San Cayo y San Sotero son los dos santos que hoy se celebran
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¿Qué santos se celebran hoy, martes 22 de abril de 2025? Cada día del año está marcado en el calendario de la Iglesia Católica con la memoria de distintos santos y mártires, cuyas vidas dejaron huella en la historia de la Iglesia católica. En este día en concreto, se recuerda especialmente a dos figuras clave en los primeros siglos del cristianismo: San Cayo y San Sotero, ambos papas, ambos santos, y cada uno con una historia fascinante detrás. Esta jornada es, por tanto, una oportunidad para descubrir sus biografías y comprender mejor su legado espiritual y humano.
Aunque los nombres de San Cayo y San Sotero no son tan conocidos como los de Pedro, Pablo o Agustín, sus contribuciones fueron igualmente valiosas. Gobernaron la Iglesia en momentos muy distintos: uno, en relativa paz, y otro, en plena persecución. Pero en ambos casos dejaron tras de sí decisiones importantes, gestos de fe y muestras de valentía que merecen ser recordadas. Esta es la esencia del santoral: no tanto la fama, sino el testimonio que dejaron. Por este motivo, a lo largo de los siglos, sus nombres han sido conservados con respeto por la tradición cristiana. Y de este modo, sus vidas sirven no sólo para conmemorar el pasado, sino también para inspirar a quienes buscan vivir con convicciones firmes. A continuación, repasamos sus historias con más detalle, descubriendo cómo fue el paso de San Cayo y San Sotero por el mundo, y por qué el 22 de abril está dedicado a su memoria.
San Cayo
San Cayo, el papa que organizó la Iglesia antes de su gran cambio, ocupó la sede de Pedro entre los años 283 y 296. Tuvo la particularidad de ser el papa número 28 de la historia de la Iglesia. Nacido en la ciudad de Salona, en la actual Croacia, y emparentado con el mismísimo emperador Diocleciano (uno de los grandes perseguidores de cristianos), su historia está envuelta en una mezcla de privilegio, discreción y audacia.
Durante su pontificado, que transcurrió en un período relativamente tranquilo para los cristianos, San Cayo aprovechó para organizar internamente la estructura eclesiástica. Se le atribuye la norma de que nadie pudiera llegar a ser obispo sin haber pasado antes por todos los grados del orden sagrado: desde ostiario hasta sacerdote. Esta decisión no sólo dio forma a una jerarquía clara, sino que también ayudó a profesionalizar el liderazgo dentro de la Iglesia naciente. Además, fomentó el desarrollo de las escuelas cristianas de Alejandría y Antioquía, dos de los grandes centros intelectuales del cristianismo primitivo.
A pesar de que no murió como mártir, las fuentes apuntan a que San Cayo sufrió presiones y amenazas debido a su parentesco imperial. Fue enterrado en las catacumbas de San Calixto y ha sido venerado como santo desde la antigüedad. Su memoria nos recuerda que, en tiempos de aparente calma, también hay espacio para la construcción firme y silenciosa de instituciones que perduran.
San Sotero
San Sotero fue el Papa de la caridad que desafió a Marco Aurelio. Desde el año 166 hasta su muerte en el 175, vivió una época mucho más convulsa. Durante su pontificado, el emperador Marco Aurelio mantenía una política de persecución contra los cristianos. De hecho, su antecesor, San Aniceto, había muerto como mártir. Sotero no fue la excepción: también terminó entregando su vida por su fe y fue sepultado, según diversas tradiciones, en las Catacumbas de San Calixto o cerca de la tumba de San Pedro en el Vaticano.
De origen griego y nacido en Fondi (actual región de Lacio, Italia), Sotero destacó por su profunda preocupación por la unidad de la Iglesia y la caridad hacia los fieles. Es célebre la carta que envió a la comunidad cristiana de Corinto, en la que exhortaba a mantener la fe firme en comunión con los obispos. Esta carta fue tan influyente que el propio San Dionisio de Corinto aseguró que debía ser leída en las celebraciones litúrgicas, junto a la Primera Epístola de Clemente, como si fuera parte del Nuevo Testamento.
Durante su breve pero intenso pontificado, Sotero también tomó medidas contra la herejía del montanismo, una corriente que promovía un rigorismo extremo y visiones apocalípticas. Además, prohibió expresamente que las mujeres consagradas manipularan ciertos objetos litúrgicos, como los corporales o el incienso, buscando preservar el orden y la reverencia en el culto. También reafirmó que el matrimonio solo es válido si ha sido bendecido por un sacerdote, una enseñanza que sigue vigente en la Iglesia actual.
Por todo ello, San Sotero ha sido conocido como el «»Papa de la caridad», no sólo por sus acciones, sino también por el modo en que entregó su vida. Sus reliquias han viajado por la historia: de las catacumbas a la Basílica de San Sixto Vecchio y, según algunas fuentes, incluso hasta la Catedral de Toledo, donde todavía se conservan algunas de sus reliquias.