El Papa advierte de que la Iglesia comete un «pecado grave» cuando da la espalda a la pobreza

Para Francisco
El Santo Padre Francisco. (Foto: AFP)

El Papa ha afirmado que la Iglesia católica «no puede permitirse» dar la espalda a la pobreza porque su «credibilidad» pasa a través del servicio de los cristianos «a los niños abandonados, los enfermos, los pobres sin comida ni trabajo, los ancianos, los sin techo, los prisioneros, los refugiados y los emigrantes, así como a todos aquellos que han sido golpeados por las catástrofes naturales».

«Es un pecado grave», ha asegurado Francisco en la audiencia que ha presidido este sábado en la plaza de San Pedro dirigida a las personas que trabajan al servicio de los más desfavorecidos. «No sería digno de la Iglesia, ni de un cristiano pasar de largo y pretender tener la conciencia tranquila sólo porque se ha rezado o se ha ido a misa el domingo», ha añadido.

Durante la catequesis, en la que el Papa ha escuchado el testimonio de una monja de las Misioneras de la Caridad que sobrevivió al atentado contra el convento de Aden (Yemen), en marzo de este año, ha hecho hincapié en la importancia de cumplir obras concretas de misericordia. «No me cansaré nunca de decir que la misericordia de Dios no es una idea bonita, sino una acción concreta, y que la misericordia humana no será auténtica hasta que no se concrete en el actuar diario», ha señalado.

A los operadores de la misericordia, el Pontífice les ha dicho que son los «artesanos de la misericordia» y una de las partes más importantes de la labor de la Iglesia católica. «Vosotros representáis el gran y variado mundo del voluntariado. Entre las realidades más hermosas de la Iglesia os encontráis vosotros que cada día, casi siempre de forma silenciosa y oculta, dais forma y visibilidad a la misericordia, ha ha manifestado. Vosotros manifestáis uno de los deseos más hermosos del corazón del hombre: hacer que una persona que sufre se sienta amada. En las distintas condiciones de indigencia y necesidad de muchas personas, vuestra presencia es la mano tendida de Cristo que llega a todos», ha agregado.

Así, les ha pedido que siempre sean «diligentes» en la solidaridad, fuertes en la cercanía, solícitos en generar alegría y convincentes en el consuelo. «El mundo tiene necesidad de signos concretos de solidaridad, sobre todo ante la tentación de la indiferencia, y requiere personas capaces de contrarrestar con su vida el individualismo, el pensar sólo en sí mismo y desinteresarse de los hermanos necesitados», ha explicado.

Por ello, les ha invitado a que su servicio nunca sea «motivo de presunción» que lleva a sentirse mejores que los demás, sino que sea «humilde y elocuente», como una «prolongación de Jesucristo que sigue inclinándose y haciéndose cargo de quien sufre».

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