Impulsar la resiliencia y la digitalización de las infraestructuras ante la emergencia climática

Coincidiendo con el Día Mundial del Saneamiento, Agbar reafirma su compromiso de avanzar hacia una gestión más eficiente y resiliente de los recursos hídricos e infraestructuras

Impulsar la resiliencia y la digitalización de las infraestructuras ante la emergencia climática
Ecofactoría del Baix Llobregat (Barcelona), referente en economía circular a escala internacional.

El 19 de noviembre, Naciones Unidas celebra el Día Mundial del Saneamiento con el objetivo de subrayar su papel determinante en la salud pública así como en el desarrollo de la sociedad. Con 3.500 millones de personas sin servicios de saneamiento gestionados de forma segura a nivel mundial, estamos aún lejos de cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 6: “Agua y saneamiento seguros para todos” de aquí a 2030.

Ante esto, y la amenaza creciente del cambio climático –con episodios de lluvias o sequías cada vez más frecuentes y extremos en todo el mundo– que amenaza las infraestructuras urbanas, Naciones Unidas apela a una mejor gestión del saneamiento como contribución esencial a un planeta más saludable y sostenible.

Nuestro país mejora año a año sus servicios de agua urbana, pero, aún así, queda camino por recorrer, sobre todo en tres aspectos: la recogida y el tratamiento de las aguas residuales; la regeneración para su reutilización; y la inversión para renovar el parque de infraestructuras necesario y hacerles más resilientes frente a fenómenos meteorológicos extremos, como los que hemos experimentado recientemente. Resulta clave en este punto seguir profundizando en la colaboración público-privada para avanzar en la plena cobertura del territorio cumpliendo de este modo con las normativas europeas.

Agbar, parte del grupo Veolia, es un actor clave en la lucha contra el cambio climático y la preservación de los recursos naturales. La compañía es líder en depuración de aguas en España (el 23% del total de agua depurada en el país) y opera 650 depuradoras que tratan prácticamente 950 hectómetros cúbicos de agua al año, lo que representa más de 315.000 piscinas olímpicas. El saneamiento, como el resto de elementos que conforman el ciclo integral del agua, es una parte esencial para el correcto funcionamiento de las infraestructuras urbanas.

Y todo ello, bajo el prisma de la economía circular: el buen tratamiento de las aguas residuales significa devolverlas al medio en las mejores condiciones e impulsar su reutilización, preservando así la disponibilidad de los recursos hídricos en el futuro, clave en el contexto actual de creciente escasez hídrica.

Transformación digital

En la depuradora Cabezo Beaza (Murcia), el sistema de reutilización de agua está enfocado al 100% a uso agrícola.

Por otro lado, en el desarrollo de nuevas infraestructuras, Agbar recuerda la necesidad de contar con instalaciones no sólo robustas, sino también adaptables, capaces de funcionar en situaciones adversas y con capacidad de recuperación elevada. En ello destaca el papel de la digitalización, un aliado clave en la gestión del saneamiento y de los recursos, permitiendo la detección temprana de eventos e incidencias que minimicen consecuencias graves. Asimismo, Agbar incorpora tecnología de última generación, como la Inteligencia Artificial (IA), que permite explotar, planificar y controlar con mayor eficiencia la red de saneamiento y drenaje. Mediante la monitorización de los activos en tiempo real y el uso de algoritmos de predicción a corto plazo, los equipos implicados en la gestión disponen de información de alto valor para optimizar la toma de decisiones, de forma que se eviten vertidos contaminantes al medio o se reduzca el impacto de lluvias torrenciales.

En la ecofactoría BioSur de Granada, el agua regenerada se utiliza para mantener el caudal mínimo ecológico del Río Genil.

Uno de los proyectos de referencia de la compañía son las ecofactorías, que son la evolución de las depuradoras tradicionales en verdaderas fábricas digitales de recursos. Naciones Unidas las reconoce como un elemento destacado en la lucha contra el cambio climático porque su cometido no es únicamente el tratamiento de las aguas residuales, sino también la regeneración y reutilización de esta agua en las ciudades, la agricultura y la industria (limpieza de calles, riego de zonas verdes y agrícolas, etc.); la valorización de los residuos en nuevos recursos (como, por ejemplo, los lodos de depuración, que pueden reutilizarse a modo de abono o para fabricar material para la construcción); la producción de energía renovable para autoabastecer la propia planta; y la generación de un impacto positivo en el entorno, preservando su biodiversidad. La ecofactoría del Baix Llobregat, operada por Aigües de Barcelona, y la BioSur de Granada, gestionada por Emasagra, partes del grupo, son referentes a escala internacional.

Tratamiento avanzado para la regeneración de las aguas residuales.

En estos momentos, la inversión en infraestructuras resilientes, la adopción de la digitalización y la implementación de sistemas de alerta temprana representan pilares fundamentales para avanzar en una mayor sostenibilidad de los sistemas de saneamiento. No sólo mejoran la calidad del saneamiento, sino que protegen vidas y contribuyen a un mundo más justo y sostenible.

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