Ana Julia pasaba largas horas en la finca donde enterró a Gabriel porque le daba «paz y tranquilidad»

Ana Julia Quezada
Ana Julia Quezada durante una de las ruedas de prensa sobre la desaparición de Gabriel Cruz. (Foto: EFE)

No tenían una relación especialmente buena con Ana Julia Quezada pero desde que el 3 de marzo encontró la camiseta del niño desaparecido todos los familiares de Gabriel clavaron sus ojos en ella. La veían “rara y nerviosa” y así fueron relatando a los investigadores todos los movimientos de Ana Julia. Nunca imaginaron que al mismo tiempo la asesina del pequeño Gabriel les estaba usando de coartada para vigilar y ocultar aún más el cadáver del pequeño.

La frialdad de Ana Julia no tenía límites. Cercada por las miradas suspicaces de decenas de familiares, la asesina no dudaba en rogarles que la acompañaran a la finca de Rodalquilar donde escondió el cuerpo del niño durante trece largos días. Ana Julia incluso llevó a su propia hija hasta la finca con la excusa de que le hiciera compañía en las largas horas que pasaba en el lugar.

Las declaraciones de varios testigos, incluida la hija de Ana Julia que nada sabía del asunto, ponen los pelos de punta. Les llamaba la atención la insistencia de la asesina en visitar cada día la finca y le preguntaron el motivo. “Me gusta ir a la finca porque me da paz y tranqulidad” les respondía. En realidad, según el atestado de los investigadores del caso al que ha tenido acceso OKDIARIO, Ana Julia los usaba como coartada para ir a la finca y asegurarse de que nadie descubría el lugar donde ocultaba el cuerpo del niño.

Una vez que llegaba al lugar con los primos del padre de Gabriel, cualquier otro familiar e incluso su hija, se sentaba a fumar varios cigarros a tan sólo unos metros de donde se hallaba el niño. Este es el relato de un familiar a la Guardia Civil: “Estuvimos sentadas en un banco al lado de la piscina fumando un cigarro. Me sorprendió que las tablas que cubrían el borde de la piscina estuvieran arrancadas y me dijo que eso le quitaba el estrés… después de estar un rato sentadas hablando de Gabriel, Ana Julia me dijo que la ayudara a seguir quitando tablas para relajarse y estuvimos arrancando tablas y amontonándolas donde ya había dejado el resto de tablas”. Así, durante varios días, Ana Julia consiguió amontonar decenas de tablones encima del lugar donde había enterrado a Gabriel sin que nadie se diera cuenta de ello.

Hasta la propia hija de Ana Julia fue víctima de su plan. Y así se lo contó a los investigadores visiblemente afectada tras conocer que había estado con su madre a escasos metros del lugar donde escondía a Gabriel. “Le preguntamos donde quería ir para despejarse, ofreciéndole varios lugares, a lo que ella contestó con un no rotundo diciendo que quería ir a Rodalquilar, a la finca, el único sitio donde siento paz y estoy tranquila… cuando llegamos ventiló la casa, se fue junto a la piscina y se hizo un cigarro entonces le preguntamos si allí se había buscado a Gabriel, mi madre nos dijo que el día anterior le buscaron pero se había quedado a medias y que si queríamos buscar en la finca que lo hiciéramos” .Y como demuestra el relato de los testigos, Ana Julia mandó a su hija y su acompañante a buscar a Gabriel a la otra punta de la finca, lo más lejos posible de donde se encontraba ella con el pequeño.

El comportamiento frío e inhumano de Ana Julia tras la desaparición de Gabriel le valió que el juez le imputara un delito más contra la integridad moral “ejecutó un macabro plan… dando una falsa apariencia de preocupación por la suerte del niño”.

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