‘Entrenar’ el cerebro antes de la cirugía de tumores cerebrales es la clave para reducir las secuelas
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El cerebro humano sigue siendo un gran misterio. Sin embargo, en las últimas décadas, los investigadores han logrado alcanzar hitos tan relevantes que se ha conseguido salvar vidas a través de la medicina. Así, Financiado por la Fundación Joan Ribas Araquistain, un ensayo reciente ha conseguido aplicar a los pacientes con tumores cerebrales, técnicas de estimulación no invasiva antes de la cirugía, para desplazar o cambiar a otra área segura del cerebro, las funciones que se pueden ver afectadas por la operación, reduciendo las secuelas físicas y cognitivas.
Este ensayo clínico, pionero en el mundo, ha sido llevado a cabo por investigadores y médicos del Instituto Guttmann de Barcelona. En el estudio han participado catorce pacientes, como se explica en el protocolo denominado Prehabilita y que ha sido publicado en la revista Frontiers in Neurology.
Los pacientes candidatos a este entrenamiento son los que disponen de dos o tres semanas de tiempo antes de someterse a la cirugía, una situación que no es general, ya que algunos afectados de tumores, como los que provocan hipertensión craneal, con vómitos y cefaleas, no pueden esperar tanto tiempo y deben ser operados en cuestión de días, ha puntualizado la neurocirujana.
Uno de los pacientes que participó en el estudio, Raúl González, fue diagnosticado de una recidiva o reaparición de un tumor cerebral, tras una primera intervención, en junio de este año.
El equipo investigador está analizando en estos momentos los resultados clínicos de las intervenciones, así como el potencial de aplicación del protocolo de prehabilitación en un contexto más allá del ensayo, ha indicado la directora asistencial y codirectora del Instituto Guttmann, doctora Montserrat Bernabeu.
Reaparición de tumores cerebrales
Uno de los pacientes que participó en el estudio, Raúl González, fue diagnosticado de una recidiva o reaparición de un tumor cerebral, tras una primera intervención, en junio de este año. Tras lo cual, se planteó solicitar incluso la eutanasia al afectar el tumor a una zona del cerebro que le podría dejar secuelas en su movilidad y autonomía personal, pero la doctora Villalba le habló de la posibilidad de participar en este ensayo.
Durante diez días este paciente hizo sesiones de neuromodulación combinadas con un entrenamiento intensivo en tareas lingüísticas y motoras, además de ejercicio físico, que incluyó natación, y el resultado fue tan positivo que la neurocirujana pudo extirpar el tumor, con un margen de seguridad (tejido de alrededor), ha indicado.
La neuromodulación no invasiva inhibe la actividad de una determinada zona del cerebro, como si estuviese lesionada, durante un periodo limitado. Esa área «queda en penumbra» y, como el paciente está haciendo actividades de habla o movimiento muy exigentes tras la neuroestimulación, «el cerebro se ve obligado a buscar una región alternativa que le permita llevarlas a cabo», ha explicado el coinvestigador Josep Maria Tormos.
De esta manera, se prepara al cerebro para que, en caso de que la cirugía cerebral cause una lesión real en esa área, haya otras zonas del cerebro que le permitan funcionar de forma adecuada, ha precisado el fisioterapeuta Leonardo Boccuni.
Es un razonamiento inverso al que se hace en una rehabilitación postictus. La prehabilitación es un tratamiento anterior a la cirugía para evitar las secuelas de una potencial lesión, ha explicado Boccuni.
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