Dra. Lucía Galán: «Los niños también tienen depresión y ansiedad»
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Los Virus no entran por los pies. El libro que derriba todos los mitos sobre la salud fisica y mental de los niños y familias, de la Dra. Lucía Galán Bertrand, de Planeta de los libros, se postula como «el manual imprescindible para derribar aquellos mitos sobre la salud física y mental de niños y familiares» en cuestiones fundamentales como las infecciones, la alimentación a temas tan importantes como el bullying, el sueño, la salud mental…
Este manual que, además, está basado en respuestas con evidencias científicas, ayuda a reconocer los bulos más disparatados leídos en internet, redes sociales, escuchados en zonas de ocio y a no dejarlo pasar, debido a que está en juego la salud mental de niños y adolescentes.
En la obra, de la sección ciencia/psicología, la autora responde, a lo largo de 320 páginas a cuestiones como: ¿Qué mitos pueden llegar a ser los más perjudiciales para la salud mental?, ¿Qué importancia se le tiene que dar a las evidencias científicas?, ¿Qué problemas de salud mental pueden causar las redes sociales? ¿A partir de qué edad pueden desarrollarse estos problemas?
PREGUNTA.- ¿Qué le inspiró a escribir ‘Los virus no entran por los pies’?
RESPUESTA.- La cantidad de bulos, leyendas urbanas y mitos que tras 20 años de profesión como pediatra y 10 años en la divulgación en medios de comunicación y en redes sociales, sigo escuchando y leyendo cada día. Y cuando digo cada día, es cada día, si no es en mi consulta, es en la cola de la farmacia, en la barra de un bar o, por supuesto, en las redes sociales nada más encender el móvil.
P.-¿Cuál es el mensaje principal que espera que los lectores obtengan del libro?
R.- Parece obvio lo que voy a decir, pero no lo es: no te creas todo lo que lees o escuches. Ejercita tu pensamiento crítico. Consulta las fuentes. La evidencia científica está al alcance de todos, solo hay que saber buscarla e interpretarla, que no es tarea fácil. Afortunadamente, hoy en día contamos con infinidad de recursos para no tener la necesidad de creer a pies juntillas lo primero que escuchamos sobre un tema de salud. Porque los habrá que no tengan mayor importancia como ponerle un papelito pegado en el entrecejo al bebé para que se le quite el hipo pero los habrá que sí y mucho, como usar collares de ámbar y asumir que existe un riesgo real de estrangulamiento, afirmar en cada comida familiar que, como tu bebé con año y medio ya sabe nadar, puedes estar tranquila porque sale a flote, o no abordar temas como el suicidio porque los hay que aun aseguran que «hablar de suicidio promueve el suicidio».
P.- ¿Cómo cree que la pandemia ha cambiado la percepción pública sobre la ciencia y la medicina?
R.- Llevo 20 años ejerciendo la medicina y estos mitos que recojo en el libro los llevo escuchando desde mi primer día de trabajo y por aquel entonces, no había redes sociales, o al menos yo no las usaba. Pero es verdad que, en los últimos años, tras la pandemia, el mensaje se ha polarizado muchísimo. El hecho de haber estado encerrados, aislados, sin contacto unos con otros más que a través de la tecnología, sin posibilidad de consultar con tu médico como estabas acostumbrado; el hecho de vivir una situación absolutamente nueva y desconocida para todos los que estamos vivos, generó mucho miedo; la información confusa que manejábamos al principio, las millones de muertes por la COVID19 y la infinidad de situaciones dramáticas y desoladoras en miles de familias, despertó un movimiento que aunque pequeño sí fue y sigue siendo muy ruidoso de desconfianza hacia la ciencia y sus avances.
P.- ¿Cuál es el hallazgo más sorprendente que descubrió durante la investigación para el libro?
R.- La cantidad de gente que había normalizado que beber una cervecita o una copita de vino en el embarazo era totalmente inocuo, así como el hecho de cocinar con alcohol en las recetas y asumir que «como se evapora todo, no pasa nada, así mi niño se come el guiso a las mil maravillas». Pues bien, vayamos por partes: el consumo de alcohol durante el embarazo es la causa prevenible más frecuente de trastornos cognitivos y de discapacidad intelectual en el mundo. No hay cantidad segura mínima de alcohol durante el embarazo, no la hay. Cualquier cantidad podría suponer un daño irreversible en el cerebro en formación del bebé. Este es un tema que desarrollo ampliamente en el libro. Pero ojo, que la población tampoco sabe que en cualquier receta de cocina en la que usemos alcohol, a los 30 minutos de cocción, aún puede quedar un 30-40% de ese alcohol en el guiso que se les da a niños de dos, tres o cuatro años, con el riesgo una vez más que asumimos al exponerles de una forma cotidiana a un compuesto que es tóxico para su sistema nervioso en formación. Y no me pondría tan seria con este asunto si no fuera porque es relativamente frecuente y el impacto en los niños puede ser muy grave e irreversible: Síndrome alcohólico fetal, trastornos del aprendizaje, trastornos del neurodesarrollo, discapacidad intelectual, poca capacidad de juicio, mal control de sus impulsos, problemas renales, cardiacos, óseos, auditivos, etc.
P.- ¿Cuáles considera que son los mitos más persistentes y perjudiciales en la crianza de los niños que aborda en su libro?
R.- Persistentes hay cientos, que se pueden ir leyendo a lo largo del libro con un tono ágil y hasta divertido dado que vienen de conversaciones reales que yo he mantenido con pacientes, amigos y hasta con desconocidos, pero los peligrosos son los que realmente ponen en riesgo la vida de nuestros niños, y ahí sí que me pongo seria y el tono cambia. Las vacunas y todos los bulos en torno a ellas se lleva un capítulo entero para poder desgranar uno a uno los argumentos que esgrimen muchas familias para no vacunar a sus hijos y por tanto exponerlos (a ellos y a sus compañeros del colegio) a enfermedades potencialmente mortales. O los accidentes infantiles, por ejemplo, para ellos también les dediqué todo un capítulo puesto que los accidentes en la infancia y adolescencia suponen la primera causa de muerte entre los cinco y los dieciocho años de vida: accidentes de tráfico, ahogamientos, caídas accidentales o accidentes domésticos. Y por último todos los mitos en torno a la salud mental y todo el estigma que esto genera en tantas y tantas familias, sí, los niños también tienen depresión y ansiedad, y las autolesiones no son una llamada de atención, y aunque nos parezca una auténtica locura, los niños y los adolescentes también se suicidan y es nuestra responsabilidad como adultos que somos, velar y proteger su salud, su salud física y mental, así que entro de lleno en esta parte.
P.- ¿Cómo cree que ha evolucionado la desinformación en torno a la crianza de los niños con la llegada del mundo digital y las redes sociales?
R.- Nuestros padres nos educaron en base a la educación que ellos recibieron, a lo que cada uno de ellos leyó en los pocos libros que había entonces sobre estos asuntos y sobre todo gracias a la fuerza la comunidad, de la tribu, de la familia. Hoy en día esto, en parte, se ha perdido, es más fácil consultar el móvil que llamar a tu madre para preguntarle algo o que quedar a comer con una amiga para que nos cuente cómo se organizó ella cuando llegó el segundo hijo. Y no es que esté mal que la gente consulte en redes sociales, claro que no, no está mal si sabes a quién consultas y si conoces de dónde vienen los contenidos que esas personas a las que sigues. A mí personalmente las redes me han ayudado a llegar a millones de personas con información realmente valiosa y que cualquiera puede escuchar o leer desde cualquier parte del mundo. Así me lo hacen llegar todos mis lectores: «Lucía, gracias a ti supe que mi hijo estaba debutando con una diabetes, me ha dicho el pediatra de Urgencias que te dé las gracias porque no ha tenido que ingresar en la UCI y estamos estables dentro del ‘shock’ inicial». Pues cuando leí esto me di cuenta del impacto tan grande y tan bueno que han traído las redes sociales. Pero, por otro lado, cuando ves o lees auténticas barbaridades que ponen en peligro la salud de la gente, cuando eres víctima de bulos, estafas o fraudes, cuando intentas mantenerte alejada del odio desmedido que a veces se respira, de las campañas de linchamiento sobre personas a las que ni conocen, me digo ¿de verdad merece la pena? Y entonces recuerdo ese comentario de esa madre a pie de cama en el hospital y me digo: sí, merece la pena.
P.- ¿Cuál es el consejo más importante que podría ofrecer a los padres que buscan información sobre la crianza de sus hijos en la era de internet y redes sociales?
R.- Lo mismo que les digo a mis hijos adolescentes: no te creas todo lo que lees o ves. Busca las fuentes. ¿Quién está detrás de esa información? ¿Es un profesional de ese sector? ¿Dónde trabaja? ¿Conoces su trayectoria? Hoy a golpe de ‘click’ podemos saber muchas cosas de cualquier persona que publique asiduamente contenido ya sea en RRSS como en medios. Por supuesto, añadiría que si lo que escuchas, lees o ves va en contra de tus principios, de tu sentir o de tu forma de ver y vivir la vida, déjalo en pausa… no tomes decisiones precipitadas, contrasta la información. Y, por último, les diría lo que también les digo a mis hijos: que los móviles y las redes no sustituyan a un buen libro. Leed libros, no perdáis ese hábito, por favor. Uno cuando lee un libro lo hace desde otro lugar diferente en el que estamos cuando consultamos las RRSS; uno lee un libro desde la elección por ese contenido, desde la calma, desde el aprendizaje y desde la curiosidad y esto genera un impacto en nuestro intelecto y en nuestra educación y formación, que no se puede suplantar por nada.
P.- ¿Qué papel juega la evidencia científica en la toma de decisiones sobre la crianza de los hijos y cómo aborda este tema en su libro?
R.- En mi caso el rigor científico forma parte de mi manera de pensar y, por supuesto, de actuar, pero porque me dedico a ello y desde ese mismo lugar está escrito el libro. Las familias hacen lo que pueden y lo hacen de la mejor manera que saben por eso creo que es importante derribar toda esta serie de mitos que no ayudan a hacer mejor las cosas y que en algunos casos ponen en riesgo la salud de los que más queremos, nuestros hijos.
P.- ¿Cuál es su enfoque sobre la importancia de la salud mental en la crianza de los niños y adolescentes, y cómo lo aborda en su libro?
R.- No hay salud sin salud mental, esto creo que todos lo tenemos claro ¿verdad? Sin embargo, hemos invertido siglos de nuestra historia hablando de la salud física de niños y adolescentes sin darle la importancia que merece a su salud mental y ahora estamos sufriendo y viviendo las consecuencias: un incremento de más de un 20% de los trastornos del estado de ánimo como la ansiedad y la depresión en niños y adolescentes o un incremento del 30% de suicidios en niños y adolescentes desde la pandemia representando el suicidio la primera causa de muerte en jóvenes entre 12 y 29 años en España. Un número va en aumento con datos absolutamente demoledores que acompañan a unos máximos históricos de urgencias psiquiátricas de adolescentes atendidas en los hospitales (trastornos de conducta alimentaria, ideas suicidas, autolesiones…). Pero además en el libro abordo mitos mundialmente extendidos respecto al bullying y sus inaceptables cifras, el trastorno del espectro autista, el TDAH y las Altas Capacidades, tres entidades muy frecuentes en nuestro medio que no están exentas de comentarios inapropiados y falsas creencias con el importante estigma social que esto genera.
P.- ¿Cómo cree que su experiencia como pediatra ha influido en su enfoque para abordar la crianza de los hijos en el libro?
R.- Este libro y, todos los anteriores que he escrito hasta la fecha, están escritos desde la experiencia de mi profesión y la sensibilidad de mi maternidad. No soy capaz de separar una cosa de la otra. Llevo veinte años siendo pediatra y diecisiete siendo madre por lo que no sería capaz de decir dónde empieza una cosa y acaba otra, ni en mi casa criando y educando a mis hijos, ni en mis libros donde siempre hay una parte innata e inherente a mí que es mi sensibilidad con todo lo referente a la infancia, los adolescentes y las dificultades por las que muchas familias lidian cada día.