Dra. Esther Samper: «El 25% de los medicamentos poseen principios activos que se hallan en plantas»
"Todo aquel que lea el libro se dará cuenta de que 'el lado oculto' de la farmacia es un fenómeno mucho más amplio y que hay mucho por contar detrás"
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Publicidad engañosa, fármacos sin eficacia demostrada contra gripes o resfriados que se venden como gominolas, homeopatía, artículos antimosquitos o complementos dietéticos y nutricionales. «No hay lugar para las mentiras piadosas en el ámbito médico ni justificación posible para recetar productos de farmacia sin eficacia demostrada». Así de contundente se muestra la doctora en Ingeniería Tisular Cardiovascular, licenciada en Medicina y máster en Biotecnología biomédica, Esther Samper.
El pasado 30 de marzo, el Grupo Planeta publicó ‘El lado oculto de la farmacia. Las medias verdades y mentiras que se esconden en sus estanterías’, una obra que «busca iluminar, a la luz de la ciencia, ese lado oculto de la farmacia para que nuestra elección no sea a tientas y a ciegas, sino informada y libre», destacan desde la editorial.
Samper (Pilar de la Horadada, 1984) ha centrado su carrera profesional en el ámbito de la investigación y la divulgación científica. Como investigadora, ha estudiado el uso de células madre con finalidad terapéutica en enfermedades cardíacas. Como divulgadora, además de crear el blog Tempus Fugit en 2005, que evolucionó a MedTempus, fue
responsable de la sección de salud de Soitu.es y del blog La doctora Shora. En la actualidad, se dedica de forma profesional a la comunicación sanitaria y biomédica para diferentes medios de comunicación.
A Samper le apasiona compartir información y desmontar bulos sobre medicina y salud en redes sociales como Twitter, donde cuenta con una fiel comunidad de seguidores, y así lo ha contado en una entrevista para OKSALUD.
PREGUNTA.- Doctora, ¿de dónde procede la idea de analizar los productos de las farmacias? ¿Por qué parte de la hipótesis de que, en realidad, no cuidan de nuestra salud?
RESPUESTA.- La idea original surgió un día en diciembre de 2019 mientras veía la televisión, porque me topé con varios anuncios engañosos de productos de salud. Ese día pensé que «era la gota que colmó el vaso» y decidí comenzar a realizar acciones divulgativas para informar sobre la realidad de esos productos a través de hilos en Twitter o artículos en medios de comunicación. Cuando Laura Gamundí, editora de Planeta, me propuso meses después escribir un libro, no lo dudé, y propuse como tema analizar estos productos a fondo y ofrecer una perspectiva científica. No parto de ninguna hipótesis, ni es una cuestión de opiniones. Los artículos que se presentan en el libro o no han demostrado ser eficaces para ninguna indicación de salud en ensayos clínicos de alta calidad o no son eficaces para determinadas indicaciones, cosa que no es obstáculo para que se vendan en la farmacia o incluso los médicos los receten. Soy un mero altavoz de la evidencia científica.
P.- ¿En qué fuentes basa su investigación?
R.- Principalmente, en la evidencia científica acumulada alrededor de cada tipo de producto, centrándome en los ensayos clínicos y las revisiones sistemáticas más rigurosos, de mayor calidad y más recientes. Además de eso, también analizo los productos desde una perspectiva legal y ética, explicando el código deontológico que deberían seguir todos los médicos y farmacéuticos.
P.- ¿Cuáles son las principales advertencias que hace a los consumidores tras concluir el trabajo?
R.- Básicamente quiero manifestar que «no es oro todo lo que reluce» en las estanterías de la farmacia porque existen productos que no cuidan de nuestra salud. Recuerdo también que hay que leer la letra pequeña donde podemos encontrar mensajes como «los complementos alimenticios no son sustitutos de una dieta variada y equilibrada ni de un estilo de vida sano» o «sin indicación terapéutica aprobada».
P.- La figura del farmacéutico se ha visto reforzada durante la pandemia y su credibilidad es máxima para los ciudadanos en lo que se refiere al consejo a su farmacéutico. ¿Por qué ponerla en entredicho?
R.- El libro es un análisis de productos que se pueden encontrar en las estanterías de las farmacias, no se centra en la figura del farmacéutico. De hecho, a lo largo de la obra explico con detalle que son muchos los colectivos responsables de que esos productos estén ahí y, en ocasiones, los farmacéuticos tienen poca o ninguna responsabilidad. Analizo el papel de médicos, de medios de comunicación, de autoridades sanitarias, de políticos, de la publicidad… Todo aquel que lea el libro se dará cuenta de que «el lado oculto» de la farmacia es un fenómeno mucho más amplio y que hay mucho por contar detrás.
P.- Habla de «la ilusión de causalidad, la remisión natural o espontánea de las enfermedades, la regresión a la media, los cambios de comportamiento o el aumento del apoyo familiar y social, el efecto placebo y el autoengaño» en la experiencia personal a la hora de valorar la efectividad de los tratamientos. ¿Y la eficacia probada? ¿Qué hay de los ensayos clínicos?
R.- A lo largo de la obra hablo largo y tendido de ensayos clínicos y del análisis conjunto de ellos (los metaanálisis y revisiones sistemáticas) como las formas más fiables para conocer la eficacia de los tratamientos. También explico que el meollo de los ensayos clínicos está en cómo se realizan y que cada uno de ellos cuenta con una calidad muy diferente según los métodos que se apliquen. Para entendernos, un ensayo clínico puede tener la profesionalidad de un retrato de las Meninas de Velázquez o, por el contrario, la de un Ecce Homo de Borja restaurado.
P.- «¿Cómo podemos estar seguros de que ha sido la pastilla y no nuestro cuerpo?», dice sobre la remisión natural de las enfermedades. ¿No cree en la farmacología?
R.- Precisamente gracias a que existe la farmacología y los ensayos clínicos sabemos que hay sustancias que, a dosis definidas, no tienen efectos curativos por sí mismos en el ser humano y actúan como placebos. Y, al contrario, hay fármacos que consiguen curar o aliviar porque poseen efectos terapéuticos demostrados en el cuerpo humano.
P.- ¿Toda terapia natural es para usted pseudoterapia? ¿Qué opina de la Osteopatía, la Fitoterapia, las plantas medicinales o de la Acupuntura, por ejemplo?
R.- No, es sencillo. Pseudoterapia es toda aquella terapia que no ha demostrado eficacia para un determinado problema de salud. Hay terapias «naturales» que son muy eficaces contra enfermedades y otras muchas no. En el libro explico que el 25% de los medicamentos poseen principios activos que se hallan en plantas y más de 100 de estos compuestos se emplean en la medicina moderna con mucha frecuencia. ¿Sabes qué es curioso? ¡Que cuando estos fármacos se integran en la práctica médica pierden el apelativo de «natural»! ¿No será, quizás, que en la vida cotidiana se utiliza la expresión «terapia natural» para englobar a aquellos tratamientos que no han dado la talla para aplicarse en la medicina convencional por no contar con evidencias científicas y/o estar basados en principios erróneos? A día de hoy, los ensayos clínicos no muestran que la acupuntura tenga un efecto terapéutico más allá del placebo para multitud de indicaciones. Sobre la osteopatía, no hay estudios sólidos que muestren que esta es de utilidad para tratar problemas de salud que no son del sistema musculoesquelético y es muy discutible en muchas dolencias. Además, los principios de la osteopatía y de la acupuntura son pura fantasía que contradicen los conocimientos científicos que tenemos del cuerpo humano.
P.- ¿Cree que las terapias naturales deberían de estar reguladas en España, como en muchos países de nuestro entorno en pro de la seguridad de los pacientes? ¿Quién debe ejercerlas? ¿Y si un profesional de las terapias naturales tiene más experiencia que un médico recién licenciado? Quizás se podría hacer una criba mediante un examen de aptitudes…
R.- ¿A qué nos referimos con «regular las terapias naturales» en España? Si eso supone dar amparo legal a la práctica de pseudoterapias, estoy totalmente en contra, porque ello pondría en riesgo a numerosos pacientes. No hay que olvidar que en España, el derecho penal no ampara a los incautos que caen en las redes de curanderos, solo faltaba ya darles un respaldo a los segundos. Para tratar a un paciente de forma profesional se debe completar una carrera sanitaria, igual que para conducir se requiere conseguir el carné de conducir. Exigir menos que eso pondría en riesgo a mucha gente. Voy a mencionar una obviedad: para tratar bien a un paciente antes hay que diagnosticarlo, y para diagnosticarlo hay que conocer el cuerpo humano a fondo y cómo este puede enfermar, lo que que implica seis años de estudio más la formación de la especialidad y estudiar constantemente para mantenerse al día con las novedades médicas.
P.- ¿Cree que las leyes españolas están centradas en ofrecer seguridad a los ciudadanos en el sector de la salud?
R.- Según qué entendamos por «seguridad». Si es sobre que un producto comercializado debe ser seguro para la salud, pues sí, las leyes son contundentes con esto. Si es sobre si el ciudadano puede estar seguro de que ese producto que se anuncia es beneficioso para la salud, muchas veces vemos que la ley no se cumple y podemos encontrar esos productos en herbolarios, parafarmacias o farmacias.
P.- ¿Por qué no arremete contra la publicidad engañosa en este ámbito? ¿Son más fuertes las farmacéuticas que las instituciones?
R.- No es una cuestión solo de farmacéuticas, porque las empresas que hay detrás de estos productos de salud con publicidad engañosa son variadas. En mi opinión, es un complejo entramado de falta de recursos y/o desidia de las autoridades sanitarias, grandes intereses económicos por parte de medios de comunicación, empresas y ciertos sanitarios, leyes muy blanditas con boquetes legales que permiten hacer trampas…
P.- ¿No cree que los españoles saben diferenciar entre un medicamento y un remedio homeopático?
R.- En el año 2012 la Confederación Española de Asociaciones de Ama de Casa, Consumidores y Usuarios (Ceaccu) realizó una encuesta a 1.500 personas y se encontró con que solo el 53 % de ellos distinguía los complementos alimenticios de los medicamentos. Si esto pasa con estos productos que son ambos claramente diferentes, imagina con los medicamentos homeopáticos, que literalmente aparecen como «medicamentos» y se venden solo en farmacias. La confusión está servida.
P.- ¿Qué les diría a los autores de estas publicaciones científicas sobre la eficacia de la homeopatía? (Se le presenta una lista de 111 estudios científicos)
R.- ¿Por qué los ensayos clínicos independientes y de más alta calidad no encuentran resultados positivos de la homeopatía? ¿Por qué cerca del 40 % de los ensayos clínicos con homeopatía no llegan a publicar sus resultados en revistas científicas? ¿Por qué una cuarta parte de los resultados principales que se publican no coinciden con los que se definieron inicialmente? ¿Por qué la mayoría de los ensayos publicados sobre homeopatía no se registraron?
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