Cómo prevenir y tratar los dolores de espalda más habituales
El 70% de los casos relativos a dolores de espalda se corresponden con la zona lumbar, según la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN)
En este caso, las mujeres (40%) buscan menos consejo médico que los hombres (48%)
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«A lo largo de su vida, alrededor del 70% de la población tendrá dolor en alguna parte de la columna vertebral». Así lo sentencia Juan Bosco Calatayud Pérez, especialista en neurocirugía y jefe de servicio en el Hospital Clínico de Zaragoza, en declaraciones para OKSALUD. El experto, además, advierte de que «en ocasiones el dolor se irradia por las extremidades dando lugar a ciatalgias».
Aunque no está científicamente comprobada la relación entre la genética y los dolores de espalda, «sí se sabe que hay enfermedades relacionadas con la transmisibilidad» que afectan a la columna vertebral, apunta el doctor Calatayud.
Según el barómetro del dolor de 2020 de Voltadol impulsado por la empresa británica de productos farmacéuticos GSK, 4 de cada 10 encuestados asegura sentir dolor físico y hasta un 79% del total desea poder controlar mejor esta afección física. Para un 85% de las mujeres, el dolor causa un impacto negativo en su día a día. Sin embargo, ellas (40%) buscan menos consejo médico que los hombres (48%).
Dos clasificaciones básicas
Entre los dolores de espalda más frecuentes, según el doctor Calatayud, destacan las lumbalgias, las cervicalgias y las dorsalgias. Desde la experiencia, el fisioterapeuta de la deportista Carolina Marín y de Mediaset España, Carlos de Santos Carvajal, en declaraciones a OKSALUD, señala que «la lumbalgia mecánica, que puede convertirse en ciática, y las cervicalgias» son los dolores de espalda más típicos entre los pacientes. Por su parte, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) señala en un documento que el 70% de los casos relativos a dolores de espalda se corresponden con la zona lumbar.
En una primera clasificación, la organización diferencia los dolores según la duración de los mismos:
- Agudo. Menos de seis semanas.
- Subagudo. Entre seis semanas y tres meses.
- Crónico. Se prologan más de tres meses.
- Recurrente. Se producen episodios agudos sucesivos separados por periodos libres de síntomas de tres meses de duración.
Si estas crisis de dolores son frecuentes y ocurren más de tres veces al año, se considera que la lesión se ha cronificado. En esta línea, el doctor Calayatud explica que «el dolor irradiado se produce a causa de la existencia de cambios permanentes debido al envejecimiento o por procesos degenerativos relacionados con enfermedades sistémicas que producen dolores óseos mecánicos».
Otra clasificación de SEMERGEN se refiere a las características del dolor y las distintas situaciones fisiopatológicas:
- Dolor tipo mecánico. Es el más habitual y ocurre cuando el dolor se agudiza con el movimiento y disminuye o cede cuando la persona está en reposo. Se suele abordar desde la farmacia comunitaria, ya que esto suele ser suficiente para los síntomas que presenta.
- Dolor inflamatorio. No cede ni en reposo y puede reaparecer o empeorar con el descanso nocturno.
- Dolor neuropático. Es un dolor en la zona de los nervios lesionados y puede aparecer en forma de hormigueo o quemazón que se potencia con el roce. Tampoco cede con el reposo. Este dolor se puede extender a las extremidades, alterar la sensibilidad y suele aparecer en la neuropatía diabética o en el herpes zóster.
La prevención es el mejor tratamiento
En palabras de Carvajal, «la mejor prevención para el dolor de espalda es el ejercicio activo de todos los grupos musculares que sostienen la columna y la protegen», tanto de elasticidad como de fuerza. En este caso, el experto señala el pilates, el yoga o la Reeducación Postural Global (RPG) como algunos ejemplos de deporte válidos.
Por su parte, el doctor Calatayud señala que, para prevenir las enfermedades musculares, lo ideal es «mantener una vida sana, hacer ejercicio, evitar el sobre peso y el tabaquismo y utilizar medios de protección en nuestras actividades laborales».
Sin embargo, según advierte el fisioterapeuta, «cuando ese ejercicio activo de fuerza y flexibilidad no mejora el dolor, es recomendable un buen tratamiento fisioterápico con técnicas manuales y osteopáticas y agujas, y a veces se incluye también la electroterapia». Si estas terapias tampoco funcionan debido a alguna obstrucción más grave, como en el caso de una hernia, «habría que recurrir a otros tratamientos más invasivos como la neuromodulación».
Aunque en última instancia, algunas dolencias requieren cirugía: «En casos donde aparece una pérdida de fuerza en una extremidad o una alteración esfínteres, y si existe una compresión de estructuras nerviosas, es necesario recurrir a la cirugía», asegura el neurocirujano. Sin embargo, «lo más importante, primero, es conocer las expectativas del paciente para valorar la cirugía en función de los posibles resultados, ya que muchas veces estas no coinciden», concluye el experto.
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