Waterloo: cónclave de socios indignos

Tras siete años de oprobio democrático sanchista nos hemos acostumbrado a todo. El pueblo español continúa tumbado en el sofá unos (los menos) aplaudiendo al aprendiz de sátrapa, los otros (los más) en plan estoico viendo cómo casi todo se derrumba pero no hay nada qué hacer. Hay una más que descriptible pérdida de dignidad colectiva dentro de un relativismo rampante y destructor.
Ver a la España democrática y constitucional (¡esto último si Conde-Pumpido nos deja!) humillada en esa localidad belga de Warteloo por dos socios –un delincuente y un prófugo– de Pedro Sánchez es algo a lo que es díficil acostumbrarse. Un ex terrorista no arrepentido, secuestrador y pistolero, un tal Otegi, reunido con otro enorme estadista de corral, un tal Puigdemont, que intentó perpetrar un golpe de Estado contra España, decidiendo cuánto dura la legislatura de la cuarta potencia de Europa es algo que no es fácil encontrar por el mundo libre.
Dos socios a los que Sánchez agasaja, corteja y concede. Porque el problema no son Otegui/Puigdemont, no. El problema es Sánchez, que les ha hecho grandes y decisivos sin ser ni lo uno ni lo otro.
El que fuera fundador (de la mano de Manuel Fraga) e histórico director del diario El País, Juan Luis Cebrián, escribió esta semana lo siguiente: «Quien hoy nos preside posee mañas de un tahúr, pero también es un idiota, un ignorante de la realidad y consistencia del poder, al que sólo aspira por ambición personal, sin ningún proyecto político. Lo más preocupante empero es que su psicopatía enfermiza es contagiosa».
¡Pues eso! ¡Exactamente eso!
Estos dos malandrines se han reunido para transmitir a Sánchez que el teórico presidente del Gobierno de España es un mero instrumento en sus manos. Punto
Los españoles todos deben saber que quienes sostienen a Pedro Sánchez y su radical posición antidemocrática son un ex terrorista no arrepentido y un prófugo de la justicia a la espera de amnistía total.
¡Poco nos pasa!