Vivir por la cara en un palacete de 1.100 metros cuadrados con un sueldo de 214.000 euros
Resulta discutible que la presidenta del Congreso de los Diputados, la socialista Francina Armengol, que cuenta con un sueldo anual de 214.000 euros, disfrute de forma gratuita de una vivienda oficial que no es una vivienda cualquiera, sino un palacete oficial de 1.092,80 metros cuadrados, según los datos aportados por la Cámara Baja. Propiedad de Patrimonio del Estado, se encuentra ubicado en el distrito de Retiro, a sólo 700 metros a pie del Congreso. La vivienda está compuesta por tres plantas y un garaje en el semisótano, así como ascensor, despacho, salones, dormitorios, gimnasio y sauna. A esto hay que sumar los gastos de agua, electricidad, gas, mantenimiento y seguridad.
Decimos que es discutible este privilegio porque antecesores en el puesto que ahora ostenta Armengol renunciaron al mismo: Meritxell Batet, del PSOE, o Ana Pastor y Jesús Posada, del PP, optaron por residir de alquiler o en viviendas de su propiedad, lejos del lujo suntuoso del palacete que ahora utiliza la presidenta del Congreso.
En su declaración de bienes y rentas con motivo de la nueva legislatura, la ex presidenta del Gobierno de Baleares indica que en su anterior cargo tuvo un salario anual de 71.502,62 euros y que cobró 23.735,71 euros en concepto de dietas. De modo que en su nuevo puesto cobra casi 120.000 euros más que entonces, una subida salarial tan notable que, por aquello de la ética, haría recomendable que Armengol diera ejemplo y se mudara a una vivienda más razonable.
Apelar a razones de seguridad no es excusa ninguna. No tiene ningún sentido que Armengol, que duplica el sueldo del presidente del Gobierno, viva en un palacete a cuerpo de reina. Por supuesto que no hay nada ilegal, pero no estaría de más que la tercera autoridad del Estado predicara con el ejemplo y no se alejara tanto del modo de vivir de la inmensa mayoría de los españoles. Por aquello de mantener, al menos, cierta apariencia de austeridad.