Vicente Gil: «Venezuela: ¿Qué le deben Zapatero, Sánchez y el PSOE a Maduro y al Clan de los Soles?»
El pueblo venezolano se ha lanzado a la calle a protestar contra el dictador Nicolás Maduro. No tienen nada que perder, salvo la vida, y llegados al punto de miseria y represión que sufren, les da igual. Ya hay varios muertos. María Corina Machado se ha puesto al frente de las protestas y hoy la hemos visto hacer retroceder a la Guardia Nacional Bolivariana mientras les pedía con valentía que no usaran sus armas contra el pueblo.
Les aconsejo que, para intentar entender lo que es una dictadura comunista y en particular la venezolana, vean los vídeos de la gente escuchando el domingo por la noche los resultados oficiales (manipulados) que dieron la victoria a Maduro. La reacción de furia, de frustración, de impotencia, de gritos, de no poder más, de no soportar más vivir así, impacta. Especialmente en vídeos grabados por chicos y chicas muy jóvenes, en la adolescencia, que podrían ser sus hijos o los míos. Con toda una vida por delante que ven truncada por un miserable como Maduro. Vean los vídeos. De verdad. Los golpes y cabezazos de desesperación que se dan contra la pared y sus gritos de «¡hasta cuándo, hasta cuándo!».
Esta es la miseria del socialismo bolivariano con la que se han forrado, o apoyan todavía hoy en España, miserables también de la misma calaña de Maduro como Monedero, Iglesias, Errejón, Irene Montero, Enrique de Santiago, Yolanda Díaz… Algún día, cuando el régimen caiga y puedan investigarse de verdad sus crímenes, debería investigarse, también, de verdad, a fondo, la responsabilidad de estos niñatos de Podemos y del Partido Comunista de España y enterarnos qué le deben y cuánto ganaron con Chávez y Maduro a costa de idear la pobreza y la represión de los venezolanos. Ellos diseñaron para Chávez el sistema de represión de la oposición y del pueblo venezolano.
Monedero, Iglesias y toda esta troupe de sinvergüenzas y engañabobos deberían ser juzgados por crímenes contra la Humanidad. Son tan miserables que algunos como Monedero aún se fueron a Caracas a bailar con Maduro y a reirse en la cara de los venezolanos. La niñata Irene Montero se ha felicitado del resultado oficial desde su casoplón de Galapagar con 15.000 euros mensuales al mes como eurodiputada. Y Yolanda Díaz, que vive en un ático de 400 metros cuadrados en el ministerio, pagado por todos nosotros, dice que «los demócratas» deben respetar los resultados anunciados por el dictador. ¿Cómo podemos aguantarlo? ¿Cómo pueden ser tan sinvergüenzas?
Justicia divina sería -por ejemplo- que un día soltaran a todos estos, empezando por Monedero, en los cerros de Caracas y sin la escolta que les pone el régimen. Allí, les conocen. Los tienen localizados. A ver cómo saldrían de allí sin la protección que les pone el dictador.
En los cerros de Caracas es donde el chavismo prendió engañado por estos golfos. Y de allí, de los cerros, bajaban anoche en masa los venezolanos para enfrentarse a la policía y tratar de asaltar el Palacio de Miraflores. Sólo así caerá el dictador. No nos engañemos. Por la fuerza.
Los venezolanos no tienen miedo. No tienen nada que perder. Observen la rabia y la furia con la que derriban las estatuas de Hugo Chávez. Primero, los símbolos de la tiranía. Después caerá el tirano. Esto ya lo he vivido y el momento es ahora.
Todas las dictaduras comunistas han caído por la fuerza. Maduro, Diosdado Cabello, Delcy Rodríguez y todos los que han colaborado con el régimen merecen el mismo final que Ceaucescu y la ladrona degenerada de su mujer, Elena: juicio sumarísimo y al paredón por haberle jodido (con perdón) la vida, durante décadas, a millones y millones de seres humanos. Ya ven, por cierto, que esta gentuza socialista actúa siempre en parejitas. Saquen sus propias conclusiones.
No hay otra forma de vencer al comunismo más que la fuerza. En España lo aprendimos dramáticamente con una guerra camino de convertirnos, como querían, en un soviet más de la URSS. Ese era el destino de la República que quería el PSOE. Pero se les venció.
Venezuela es una dictadura comunista, pero, sobre todo, es un país dominado por una organización criminal, el Clan de los Soles, en referencia a las estrellas de los generales del ejército y los almirantes de la Marina en la cúpula de las Fuerzas Armadas. De ahí para abajo, los militares venezolanos odian al régimen y a sus superiores. Tienen miedo, pero hay signos de que empiezan a vencerlo. Estamos viendo imágenes de mandos medios militares y policías quitándose el uniforme ante los manifestantes, vídeos de oficiales llamando a rebelarse e, incluso, cruzando la frontera de Colombia en busca de refugio.
El Clan de los Soles es una mafia peligrosa dirigida por Diosdado Cabello, el verdadero capo del país, ligada al narcotráfico internacional, que ha devastado PDVSA, la petrolera estatal venezolana, y que se ha repartido por el mundo, en África y Turquía principalmente, las reservas de oro del país, que han ido sacando en lingotes en aviones muy parecidos al que usó Delcy Rodríguez para llegar a Barajas.
Igual que nuestro oro terminó en Moscú (más del 70% de las reservas del Banco de España) en 1936 por orden del líder del PSOE, y criminal consumado, Francisco Largo Caballero, a la sazón, entonces, presidente del Gobierno de la República. Esto es el socialismo ayer, hoy y siempre. En España o en Venezuela.
Con esta mafia del Clan de los Soles, de Maduro, de Diosdado Cabello, de Delcy Rodríguez tienen relaciones profesionales o políticas en España la élite del PSOE. Desde Baltasar Garzón, marido de Dolores Delgado, hasta por supuesto el capo del PSOE en Venezuela, José Luis Rodríguez Zapatero.
¿Cómo podemos aguantar los españoles que un expresidente del Gobierno de España sea, ante el mundo, el mejor embajador y defensor de un sátrapa criminal como Maduro? ¿Qué saca Zapatero a cambio de ser el lobbista preferido de un criminal como Maduro? ¿Qué le debe el PSOE al régimen de Venezuela? ¿Qué venían en las maletas de Delcy Rodríguez?
Hoy mismo, Zapatero se ha negado a firmar en Caracas un documento del propio Grupo de Puebla, aliado del chavismo, exigiendo que se publiquen las actas de las elecciones. Hasta la mayoría del Grupo de Puebla reconoce el fraude. No lo hacen por convicción. No crean. Todos estos países, sucedáneos de Venezuela, temen ahora una nueva oleada masiva de refugiados huyendo de Maduro. Ya hay 8 millones en el mundo y Colombia, Perú, Ecuador, Brasil o Chile no quieren aceptar más.
¿Hasta dónde llegan los lazos corruptos de Zapatero y del PSOE con la dictadura chavista para, incluso, negarse a pedir las actas de votación cuando el mundo entero habla de fraude? ¿Qué le deben Zapatero, el PSOE y Sánchez a Chávez y a Maduro?
Si algún día el Tribunal Internacional Penal de La Haya, que sigue instruyendo la causa, juzga a los criminales de Venezuela, deberían investigar y juzgar también sus lazos en el exterior y, en su caso, a Zapatero y al PSOE. ¿Dónde está el dinero de los venezolanos? ¿Quién se lo ha robado?
Los venezolanos ya han perdido el miedo. Les aseguro, por mi experiencia de años por el mundo y en lugares como Venezuela donde al final el tirano cayó, que quien nada tiene que perder, como los venezolanos, nada tiene que temer y es imbatible. Pero necesitan nuestra ayuda para no volver a caer en el desánimo. Sólos no podrán hacerlo y el baño de sangre será irremediable y brutal. Si ha de haberlo, desgraciadamente, que sirva, cuanto menos, para acabar con el tirano.
Si el mundo libre no apoya ahora a los venezolanos aprovechando el impulso de su furia y su frustración, si no perseveramos hasta que caiga el dictador, si los volvemos a abandonar, Venezuela correrá el mismo destino que Cuba: el comunismo perpetuado en el poder; la miseria y el hambre como instrumento de dominación; la tortura y la represión. Cuba ha cumplido ya 65 años. ¿Queremos lo mismo para ellos?
De la caída del Telón de Acero, en aquellos países que pude visitar con el comunismo aún caliente, recuerdo el odio acumulado tras décadas de terror, hambre y torturas. Vi quemar, como veo en estas horas con el partido de Maduro, sedes del Partido Comunista y vi a militares reprimiendo a su pueblo usando contra ciudadanos indefensos, pero sin miedo, desde ametralladoras antiaéreas hasta disparos de tanque para disolverlos.
Vi en Albania a aquellas gentes desesperadas del comunismo que se lanzaban desde Durrés al mar Adriático para llegar a Brindisi, en Italia. Y les vi exhaustos en su América. Vi en las playas de Cuba lanzarse a los cubanos con lo puesto para ser carne de tiburón en el Estrecho de La Florida con tal de no seguir sufriendo a Fidel Castro.
De aquellas personas que huyeron del comunismo o lo vencieron siempre me impresionó la enorme expresión de tristeza en sus ojos. La sensación de una vida perdida. De personas ya viejas que eran jóvenes con todo por delante cuando levantaron el Muro en Europa o Fidel Castro entró en La Habana. Cuando se libraron del comunismo, ya eran unos viejos, camino del final de su vida.
Los venezolanos están aún a tiempo de que el chavismo sea un mal sueño por largo que haya sido. Y de reconstruir el país próspero y libre que fue, con enormes desigualdades e injusticias, pero con oportunidades.
No les abandonemos ahora. Las oportunidades pasan y es la hora de acabar, como sea, con la tiranía venezolana.
Y les digo una cosa, por experiencia, hoy que Pedro Sánchez -aspirante a Maduro- ha usado la Abogacía del Estado para querellarse contra el juez que investiga a su mujer por corrupción para intentar, simplemente, apartarlo de la causa, mientras sus periodistas lo matan civilmente. Así empezó Venezuela. Pumpido ya les ha lavado los ERE. Él se ha asegurado el poder con una amnistía infame y ahora le entrega a Cataluña el 100% de los impuestos despreciando y humillando al resto de españoles sólo para hacerse con el poder y premiando a unos golpistas.
Sánchez es de la calaña de Maduro. Cuando Zapatero salió al rescate de Sánchez en las generales del año pasado sabía lo que hacía mirando a Venezuela. Había mucho en juego si perdía el poder. Muchos deben de ser los secretos del PSOE en Venezuela.
Pedro Sánchez es un dictador de libro. Observen su gesto y su mirada. Sólo quiere seguir en el poder para cubrir la corrupción de su gobierno, de su partido y la que se investiga de su mujer.
Pedro Sánchez ha dado hoy un paso más en su fusión con Nicolás Maduro. No lo desdeñemos. No nos creamos inmunes. Seamos conscientes de que no lo somos. Que se lo digan, si no, a los venezolanos.
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