Que venga Susana y arregle esto de una vez

Que venga Susana y arregle esto de una vez

El PSOE debe encontrar un liderazgo sólido si no quiere ver reducido su legado a la mínima expresión de la nada. La formación camina con la brújula dislocada a través de la política española sin nadie que capitanee su rumbo. La ausencia de una auctoritas a nivel nacional provoca episodios como el del Ayuntamiento de Lasarte donde, a pesar de ostentar el poder, el PSE ha rechazado rendir homenaje al socialista Froilán Elespe, tiroteado por ETA hace 16 años en un bar de esa localidad guipuzcoana. Elespe se atrevió a plantar cara a los violentos, un ejercicio de admirable valor democrático que le costó la vida después de que un pistolero del ‘comando Donosti’ le descerrajara dos tiros en la cabeza. No obstante, ese crimen execrable no ha servido para que sus propios compañeros le brindaran un merecido reconocimiento. Con su abstención —en consonancia con Podemos y PNV y favoreciendo las intenciones de los proetarras de Bildu— el alcalde Jesús Zaballos y el resto de sus concejales insultan los 137 años de historia de una formación que se ha distinguido por la lucha contra el terrorismo y por la defensa de los valores constitucionalistas en el País Vasco.

Felipe González a nivel nacional o Nicolás Redondo Terreros desde la propia región son ejemplos de la senda que debería recuperar el PSOE para volver a ser un partido grande, constitucionalista, símbolo y referencia en todo el territorio nacional. Actualmente, sólo Susana Díaz aglutina las capacidades necesarias para volver a llevar al PSOE por el camino que en otro tiempo lo convirtió en primera fuerza política de este país. Una senda muy alejada de la que transitan hoy en día. El Partido Socialista de Euskadi es rehén de su laxitud ideológica y, visto lo visto en éste y en otros ayuntamientos que ocupan a lo largo y ancho de la comunidad autónoma, de su cobardía. Con el agravio, además, de carecer de un nombre de referencia que marque las líneas maestras desde la calle Ferraz. Una realidad que, personalizada en la pedrista Idoia Mendia, llevó al PSE a conseguir los peores resultados electorales de toda su historia en las últimas elecciones autonómicas.

Los nueve diputados que sacaron en esos comicios sólo sirvieron para mendigar un pacto de Gobierno envenenado con el PNV. Un acuerdo a cambio de tres consejerías por el que tuvieron que claudicar y reconocer el concepto «nación vasca» así como aceptar la celebración de un referéndum secesionista. Una inaceptable genuflexión política que, traducida en comportamientos como el de Lasarte, supone un agravio a la memoria de tantos socialistas valientes que, como Isaías Carrasco o el propio Elespe, dieron su vida por la libertad en el País Vasco. El Partido Socialista tiene que reaccionar a nivel estatal y presentar de una vez por todas un proyecto creíble que articule la formación en toda España. De lo contrario, los advenedizos que convierten los ayuntamientos en sus personalísimos reinos de taifas acabarán arruinando la historia y el legado del partido.

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