Vallín, nos vemos en Nuremberg
Sí. Soy rencoroso. Y no olvido. Y por eso el 2024 acaba con una gran noticia, la decapitación periodística de Pedro Vallín, uno de esos personajes que han convertido el periodismo en una profesión encanallada y siniestra. Un ser guerracivilista que desprecia a la más de media España que no piensa como él, y a la que se ha empeñado en ofender a diario. Siendo redactor de La Vanguardia mandó a los juicios de Nuremberg a más de trescientos comunicadores que habíamos firmado un manifiesto criticando la deriva antidemocrática del Gobierno de Sánchez.
Profesionales a los que ustedes leen cada día, como Luis Balcarce, Fran Carrillo, Teresa Giménez Barbat o Liberal Enfurruñada, por citar firmas de este medio, suscribimos en diciembre de 2022 el manifiesto Defender la democracia. Vallín, como buen sanchista que es, dijo textualmente «esta lista hay que guardarla. Para los juicios de Nuremberg». Vamos, que de una manera muy poco disimulada nos llamó nazis. Como entonces a La Vanguardia le interesaba mucho estar a bien con el sector radical del sanchismo –representado por Yolanda Díaz – ignoró esta grave ofensa e incluso le promocionó, dado que a las pocas semanas a Vallín le premiaron con una columna semanal de opinión.
A Vallín le han echado hace unos días de La Vanguardia con la excusa de una polémica en redes sociales en la que insultó a un valenciano diciéndole «mete la cabeza en el váter y tira de la cadena. Se llama DANA doméstica. Lo vas a gozar». También se filtró que el diario le pidió pruebas sobre unas presuntas amenazas de muerte que recibió tras este conflicto en redes y que no al poder presentarlas, la dirección del medio perdió la confianza en él. Un pretexto estúpido que no hay quien se lo crea. Vallín lleva años creando incendios alrededor suyo, ofendiendo y atacando a sus rivales políticos y el Grupo Godó se lo permitió todo.
Si ahora le han echado es porque La Vanguardia ha encontrado un buen pretexto para quitarse un problema de encima. Este diario ha sobrevivido muchos años, y ganando mucho dinero, por su gran profesionalidad a la hora de arrimarse al poder emergente, fuera el que fuera. Desde el dictador Francisco Franco a los procesistas Puigdemont y Junqueras. El Grupo Godó ya ve a Sumar como una formación al borde de la extinción, y por mucho que todavía tenga ministerios, comienza a soltar lastre periodístico. Todos los que tenían cuentas pendientes con Vallín, que son legión, ya no las tienen con La Vanguardia. En este poderoso grupo de comunicación todo funciona según el balance de costes y beneficios, y Vallín comenzaba a restar más de lo que sumaba. Así que le han cortado la cabeza, y a otra cosa.
Por supuesto, a corto plazo Vallín no notará los efectos de su decapitación. No le faltarán digitales amigos y tertulias sanchistas que le acogerán. Durante unos meses ganará más dinero del que ganaba en La Vanguardia. Pero el diario de Godó, si te portas bien y no creas problemas al grupo, es una enorme canonjía. Te da seguridad, con un buen sueldo y una estabilidad laboral envidiable. Fuera de La Vanguardia acostumbra a hacer mucho frío, por mucho que, de momento, a Vallín no le falten Intxaurrondos o similares que le den bola. Pero este profesional del tuit ofensivo tiene 53 años. Mucho tiempo por delante, y ha perdido el gran chollo de La Vanguardia. Y yo que me alegro.