Urgencia solventada en Son Moix
Aun es muy pronto para hablar de urgencias, pero las hay. Se desataron en un Mallorca que no acababa de arrancar y más acuciantes las de la Real Sociedad, a años luz del equipo que deslumbró en las últimas campañas. Tanto es así que, pendientes de rotaciones provocadas por la exigencia del calendario y pese al esfuerzo realizado contra el Real Madrid, Imanol Alguacil alineó a más titulares que Jagoba Arrasate, si bien todavía no está muy claro quién lo es o no en su remozado esquema.
Cualquier espectador medianamente avezado en la cuestión, hubiera apostado por un empate sin goles al albur de los primeros treinta minutos de juego. Ambos querían sin poder y de hecho, los txuriurdin lo intentaron en dos ocasiones apenas iniciado el encuentro, con una réplica paralela de los locales antes del cuarto de hora. Salvas que no llegaron a explotar.
La mano clara interpuesta por Barrenechea, el penalti en definitiva, rompió la baraja y los esquemas; no el dibujo. Con el marcador de su lado el anfitrión, que había controlado mejor a lo largo de la primera mitad, se volvió conservador, que no temeroso. Es diferente. A la inversa, el invitado, que había intentado sin éxito aprovechar su banda izquierda, como hizo el submarino amarillo el pasado sábado, tuvo que buscar mayor velocidad y desborde para ceder la banda contraria a Kubo que, pese a sus intentos, no pudo con un Mojica incansable y pejiguero. Igual que sus compañeros.
Esta fue la clave. La fe y las ganas con la que se emplearon los once bermellones sobre el campo, sin dar un balón por perdido y sin cometer errores groseros en zonas de peligro, pudieron más que el forzado ataque blanquiazul obligado a desenmarañar una tela tejida desde el orden, la seriedad y la fuerza moral inyectada por aquel gol inesperado pero posiblemente justo, porque el contrincante no esgrimió un solo argumento capa de mejorar el trío de su vencedor que puede no fuera de ases, tal vez solo de jotas o dieces, lo bastante para ganar a una simple pareja de nueves.