En Ucrania, Sánchez ante su cruda realidad

En Ucrania, Sánchez ante su cruda realidad
En Ucrania, Sánchez ante su cruda realidad

El pasado lunes glosábamos la vertiginosa velocidad con la que últimamente se están sucediendo los acontecimientos. Durante la semana anterior el foco estaba puesto en las elecciones de Castilla y León y, de la noche a la mañana, un violento seísmo en el Partido Popular desplazó la atención a Génova 13, con las consecuencias políticas conocidas.

Huelga cualquier comentario para aludir a dónde está situada ahora la actualidad informativa, cuando la aceleración de los acontecimientos desplaza el interés de una pantalla a otra sin apenas tiempo de digerir la anterior. Lo cierto es que de tanto amenazar con que «venía el lobo» a Ucrania, cuando ha llegado ya verdad el impacto ha sido extraordinario en la opinión pública mundial, no acabando de creer que al final viniera. De lo sucedido ya podemos extraer algunas conclusiones, pese a su provisionalidad. La primera de ellas es que está definitivamente acabado el orden mundial surgido tras la Segunda Guerra Mundial y el fin de la Guerra Fría con la derrota del bloque comunista y la indiscutible hegemonía estadounidense. El mandato de Biden ya apuntó maneras desde su comienzo con la caótica salida de Afganistán en una auténtica desbandada. Ese suceso ha sido seguido del actual de Ucrania, donde Putin actúa con tan poco respeto a la legalidad internacional que resulta inimaginable si no tuviera la convicción de que Occidente -la OTAN y la UE lideradas por Estados Unidos- no iba a oponer ninguna respuesta con la fuerza a la invasión, como así sucede.

Otra conclusión es que esto es consecuencia, a su vez, de que los Aliados gobiernan democracias que promueven valores situados en las antípodas de las raíces judeocristianas sobre las que se desarrollaron nuestras sociedades, con sus culturas y lenguas diversas conformando una pluralidad de naciones, pero como ramas de un tronco común arraigado en Grecia y Roma. Siempre la decadencia ha sido una fase previa a la caída de los grandes imperios, y así parece se encuentra nuestro actual Occidente.

De momento, Alemania toma nota, y el canciller socialdemócrata anuncia un incremento extraordinario de su presupuesto en Defensa llegando al 2% de su PIB. Por cierto, que es la misma cifra que Trump había «exigido» a la OTAN. Sin el paraguas estadounidense, la UE asume que es un gigante económico con los pies de barro, sin capacidad de autodefensa. Es esta una consecuencia que se impone con urgencia en el campo aliado y que en España va a tener una especial relevancia, con un Gobierno que ha sido ninguneado penosamente en esta crisis por ser incompatible con las exigencias de seguridad que esta situación requiere. Recordemos que Pedro Sánchez, siendo el líder de la oposición, ya manifestó que una prioridad suya sería eliminar el Ministerio de Defensa, lo que da una idea de cómo piensa al respecto. Así, no debe sorprender el lamentable papel al que se le está sometiendo por los Aliados con Biden al frente, si añadimos que su Gobierno tiene cinco ministros comunistas que abogan por un pacifismo propio de adolescentes progres manifestándose contra la OTAN y manteniendo estrechas relaciones con regímenes como el de Venezuela, Cuba o Irán.

La Conferencia Atlántica prevista en Madrid próximamente que iba a tratar del cambio climático con Sánchez de anfitrión, deberá cambiar de sede o de orden del día, o de ambas cosas a la vez. Será interesante observar las reflexiones al respecto de su Vicepresidenta Yolanda Díaz, hagiógrafa entusiasta del manifiesto comunista en este escenario, o del ministro Garzón, relatando orgulloso con su libro su convicción política comunista. Junto al catedrático ministro de Colau, Belarra y Montero componen un quinteto que proyecta una imagen de firmeza indescriptible frente a Putin, más propia de una película de los hermanos Marx con Sánchez en el papel de Groucho mostrando sus principios. Seguro que Zelensky cuenta con su apoyo en la defensa de la soberanía de Ucrania ante el invasor ruso.

En todo caso, el presidente ucraniano ya sabe que frente a Putin dispone del apoyo de Podemos con los feministas y ecologistas en vanguardia, como afirmó su portavoz en el Congreso. El sanchismo ante su cruda realidad. Y con él, España y los españoles.

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