La concupiscencia separata

La concupiscencia separata

Quiero que me preserven cual amapola para durar hasta 2060 y ahorrarme la matraca separata. Pasar directamente a la parte en la que me cuentan cómo acaban los amores concupiscentes de mis personajes favoritos indepes: Tardá y Otegi, quienes juntos y de bolos por las ciudades de la nueva República Catalana, acabarán como Jeanette y Carlos Mata. Con tanto bono de hotel acabará el temita en tragedia cuando ambos quieran hacer el amor en su respectiva lengua vernácula. La labor por la cosa catalana diluyéndose en el apetito desordenado por los placeres deshonestos con euskaldunos.

También se masca la tragedia con algún otro conspicuo indepe como Rufián, a quien Maduro podría comerle la tostada del liderazgo charnego al exigirle a “Rajoyito” el referéndum catalán con las mismas garantías que la consulta por la Constituyente auspiciada por la oposición venezolana.

Un colono redondeado con propinas públicas por darle pellizquitos en el trasero a Franco desde el Congreso de los Diputados no puede competir con los 900 muertos que se han currado los dos prosélitos de la guadaña fichados por Puigdemont y Junqueras.

Este último puñetero “héroe” convertía esta semana a sus dos hijos de 2 y 4 años en escudos humanos contra el Gobierno de España para ayudarse en el golpe independentista: “¿Quieren decirme que vendrán unos hombres a mi casa y echarán a mis hijos a la calle?”. Seguramente en una alegoría directa con lo que los independentistas llevan haciendo durante décadas con los hijos de los demás al meterlos en sus aulas de eugenesia social para fabricar y dominar a los individuos como forma de seguridad del nuevo Estado que éste pretende alcanzar, interiorizando valores, postulados, normas inviolables y hasta un código moral.

También hay otros personajes de la actualidad política sujeto-pasivos de la causa indepe. Como José Luis Ábalos Meco, el Secretario de Organización y diputado nacional del PSOE cuyo particular concepto de la solidaridad y derechos sociales para la mayoría de los españoles es el de imponernos la hipoteca de la propaganda separata y el dispendio del ridículo internacional proponiendo una quita de la deuda catalana mientras imponen la pobreza en lugares como Andalucía, donde descartan dejar de robar sus herencias a familias humildes con el impuesto de sucesiones. El socialismo que típicamente sacrifica a las comunidades pobres para beneficiar a las más ricas.

Una especie de conciencia psicológica colectiva nazi que consolide un escenario de soliviantamiento social. Este será el auténtico averno nacional que quedará tras el 1-O. Uno casi imposible de apagar.

Con él, esta semana se ha pronunciado el nuevo jefe de los Mozos de Escuadra, Pedro Soler y Campins, cuyo objetivo es el de transformar a la policía nacional autonómica en una estructura militar como organismo primigenio del golpe de Estado. Su cargo se antoja mucho más efímero si cabe que el de Albert Batlle, purgado por tener la osadía de anticipar que la policía cumplirá con la Ley en lugar de con la troupe de la sublevación nacional. Soler, el nuevo odiador, material de desecho del outlet convergente, se ha manifestado anunciando que le damos pena todos los españoles. Cuanto menos curioso cuando él va a sudar 2 meses y pico de ridículo de un mando ficticio sobre 17.000 hombres mientras los demás estamos de asueto estival practicando el “manspreading” y nos jalamos unas gambitas de Huelva.

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