Tiempos singulares en España y Occidente

Estamos viviendo unos momentos que se antojan extraños a un mundo Occidental que nació y se desarrolló sobre una profundas raíces cristianas pero que actualmente ha apostatado de ellas. La referencia a Occidente no es exclusivamente geográfica, sino que ante todo y sobre todo es religiosa y cultural, por cuanto incluye países y pueblos no susceptibles de esa consideración geográfica a la que pertenecen, y que es considerada como opuesta a su propia religión y cultura. Y Filipinas y Australia son claros ejemplos de ello.
Estos «extraños» momentos a los que nos referimos, hacen referencia al actual protagonismo informativo por parte de la bimilenaria Iglesia fundada por Jesucristo con ocasión de la muerte del 267 sucesor de Pedro, el Papa Francisco. Ya la semana pasada escribimos de la atracción popular que ejerce la manera de vivirse la Semana Santa en España, y que no tiene comparación alguna con ningún otro país del mundo, glosándolo con la envidia del secesionista Puigdemont al respecto.
Sólo es comparable en el mundo, con la forma con la que precisamente se celebra en las naciones hispanoamericanas: en las Españas de aquel Imperio español, evangelizadas y civilizadas sobre las mismas raíces de su madre Patria. Raíces sobre las que se edificaron sus sociedades, cuya civilización se fundamenta en el derecho Romano, la filosofía de Grecia y el Cristianismo, llevados allí por la España de la previa Cristiandad europea.
Hablar de apostasía -renuncia pública de la fe- por la actual Unión Europea, no es ni una figura retórica y mucho menos una exageración infundada, sino que es la descripción que hizo el propio San Juan Pablo II en la exhortación postsinodal sobre La Iglesia en Europa, escrita con motivo de la preparación del gran Jubileo del año 2000.
La «única» diferencia respecto a la situación actual, es que el papa Woytila habló entonces de una apostasía «silenciosa» que recorría Europa y que ahora se ha transformado en «ruidosa». En España, esa transformación tuvo un especial punto de inflexión en el año 2004, con el atentado del jueves 11-M (el 11 de marzo), que provocó la anulación de la campaña de las elecciones generales y un inesperado vuelco electoral tres días después, con la llegada del PSOE al Gobierno con Rodríguez Zapatero trayendo una novedosa agenda política que apenas había estado presente en la campaña electoral hasta entonces, pivotando sobre tres frentes.
Uno de esos frentes fue el revanchismo histórico-opuesto al espíritu de reconciliación propio de la Transición a la muerte de Franco y que inspiró la Constitución-, que se plasmó en la ley de Memoria Histórica. Otro lo significó el nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña que sembró el procés secesionista, de desvertebración de la nación española. Y el tercero fue el moral y religioso con la ley del matrimonio homosexual, ya en vigor apenas un año después.
Esas iniciativas políticas fueron auténticas fisuras contra la identidad histórica y nacional de España, que tuvieron una vuelta de tuerca en la siguiente legislatura con singular incidencia en el ámbito moral con la legislación sobre el aborto. Es oportuno recordar que desde 1985 con Felipe González, el aborto era un delito despenalizado en tres supuestos y que con la ley Aído pasó per saltum de ser un delito tipificado en el código penal a ser un derecho.
En la perspectiva del tiempo transcurrido, ya puede asegurarse que con aquel atentado comenzó un periodo de acusada agresión contra la identidad histórica cristiana de España, cuyo remache lo padecemos desde que Sánchez accedió al Gobierno de la insólita forma que lo hizo, tras ser cesado por su partido, y con la exigua cifra de 85 diputados, apoyado en partidos comunistas, separatistas y sucesores políticos de ETA. Y con la ideología de género y la memoria legal pasando de «histórica» a «democrática», los hechos son tozudos y clarividentes para quien quiera ver y entender. España es objetivo de las élites ocultas en la sombra, que la odian porque conocen muy bien el papel jugado por ella al servicio de la expansión y defensa de la Iglesia de Jesucristo. Terminamos por donde comenzamos: los actuales momentos de un sorprendente florecimiento del interés por la catolicidad en España; tiempos singulares. Seguiremos atentos a la pantalla.
Temas:
- Iglesia