Manipulación sistemática con fondos públicos

Manipulación sistemática con fondos públicos

Lo primero que tendría que hacer Pedro Sánchez si quisiera abrir una nueva etapa marcada por el consenso y la voluntad de tender puentes –difícil, por una cuestión de genética política– es cesar con carácter de urgencia al presidente del CIS, José Félix Tezanos. No porque errara de manera absoluta los resultados del 10-N, sino porque el ex miembro de la Ejecutiva socialista que está al frente del Centro de Investigaciones Sociológicas, que no es un aprendiz de la ciencia demoscópica, presentó hace apenas unas semanas una predicción falsa a sabiendas de que lo era. Su fin no era otro que el augurar una victoria contundente de Sánchez para generar un clima de opinión en el que cualquier alternativa al socialismo fuera percibida como imposible. Lo que hizo Tezanos es aplicar la vieja estrategia de la profecía autocumplida: fabricar, partiendo de datos manipulados, una conciencia de convencimiento colectivo del triunfo socialista.

Tezanos preside un organismo público que pagamos todos los españoles –cada barómetro mensual nos cuesta 60.000 euros–. El gasto en contratación ascendió, el año pasado, a 1.473.786,98 millones de euros, de los cuales 369.540,62 tienen una ‘fecha de justificación’ anterior a  su llegada. No obstante, el capítulo de gasto más abultado corresponde, sin duda, a los salarios. En sueldos de personal el CIS gasta 3,1 millones de euros anuales  en salarios. De ellos, 1,2 millones corresponden a funcionarios y 1,1 a personal laboral. Además, el año pasado se repartieron 162.960 euros en incentivos al rendimiento y otros 455.000 en gastos sociales. De la capacidad profesional de los empleados públicos del CIS no cabe dudar, pero sí de las rectas intenciones de su presidente.

Tezanos no busca reflejar la realidad sociopolítica en las encuestas del CIS, sino adaptarla a los intereses de su partido, el PSOE, que las ha utilizado de forma sectaria. Ese el motivo por el que Tezanos no puede continuar en el cargo. Sánchez tiene ante sí la oportunidad de empezar a cambiar los hábitos antidemocráticos que le han llevado a servirse de las instituciones con un descaro que raya la obscenidad. El relevo al frente del CIS es necesario por una cuestión elemental de higiene democrática.

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