La Tercera: bolivariana, plurinacional y cantonalista

La Tercera: bolivariana, plurinacional y cantonalista

La Historia nos enseña que acontecimientos que provocaron cambios calificados incluso como «extraordinarios», se produjeron «de la noche a la mañana»; pero solo en apariencia pues —cual catalizador de una reacción química— se precipitaron siendo imprescindible para ello la existencia de otros componentes previos.

Algo así parece haberse producido esta pasada semana con ocasión de la salida de España —con destino y duración indeterminados— de S.M. Juan Carlos I, Rey emérito desde junio de 2014 y alejado de toda representación institucional y presencia oficial, desde la primavera del pasado año. No es posible obviar el alcance y consecuencias de una decisión que proyecta ahora intensas incertidumbres sobre nuestro futuro colectivo por afectar a quien, sin ningún género de dudas, ha sido el mejor Embajador de España durante 39 años.

El proceso de sucesión en la Corona hace seis años fue tan pacífico, normal e impecablemente constitucional —cual reválida cum laude del ejercicio que de la misma había realizado Don Juan Carlos— como tristes son las actuales circunstancias que han provocado su salida de España, y proyectan una nebulosa sobrevenida sobre ese balance y la misma institución.

Mirando retrospectivamente, la abdicación fue perfectamente gestionada por Rajoy al frente del Gobierno en estrecha relación con Alfredo Pérez Rubalcaba, líder del PSOE y de la oposición; mientras que el actual presidente, ahora ni siquiera ha contado con el líder de la oposición ni con su socio de Gobierno, con unos resultados que saltan a la vista.

Una vez más hay que denunciar que no podemos afrontar estas cuatro crisis que  nos acucian —sanitaria, económica, social y ahora institucional— con un Gobierno de coalición con comunistas y en minoría, que tiene su supervivencia en manos de partidos que literalmente pretenden la destrucción de España. Los buenos navegantes se acreditan con la mar encrespada, y a su consideración dejo el juicio que les merece el tándem Sánchez-Iglesias como timoneles de España. Desde la experiencia, no es aventurado asegurar que estas cuatro crisis sin duda que se hubieran gestionado mejor con otro Gobierno al frente.

En todo caso, no podemos limitarnos a llorar sobre la leche derramada, y es urgente ponerse a la tarea de asegurar una adecuada gestión de esta situación, para que no se desborde la riada que se avecina este próximo otoño, con paro y rebrotes descontrolados, y una Cataluña con elecciones y en pleno acoso y derribo hacia la Corona, piedra angular del régimen político de 1978.

Es, pues, llegado el momento de tomar conciencia de que no tenemos el Gobierno adecuado para este tan grave momento que atravesamos. Sólo hay una alternativa posible a la actual situación, dejando de lado —al menos, hasta noviembre— una nueva convocatoria electoral: Un Gobierno de coalición del PSOE, PP y C’s de amplia base, asentado en la centralidad política y apoyado por 220 diputados; que seguros serían 270 —cuando menos— en apoyo de la Constitución. El liderazgo de Sánchez dificulta su consecución por obvias y justificadas razones, pero no podemos llegar a la situación límite de tener que optar entre la Constitución o Sánchez y Casado, e impedirlo está en sus manos.

Estamos  ante la mayor crisis vivida por el actual régimen constitucional desde su nacimiento, y nada sucede por casualidad, y menos en política. En la Historia Moderna de España hay dos pactos  muy conocidos por las trágicas consecuencias que nos depararon: El de Ostende, firmado el 16 de agosto de 1866 entre toda la izquierda y la progresía de la época, que trajo la  Revolución —poco «Gloriosa»— con un cambio impuesto de dinastía, una República Federal convertida en sainete con cuatro presidentes en once meses, y guerras cantonales. El otro pacto fue el de San Sebastián de 17 de agosto de 1930, que trajo la Segunda República y la Guerra Civil.

No podemos admitir que el Pacto del bloque de la moción de censura de mayo de 2018 —tan similar por sus componentes al de 1930—   pretenda llevarnos a lo que desean sus promotores —un sector del PSOE, Podemos, comunistas, Bildu, ERC, JxCat, BNG—, que es lisa y llanamente la Tercera República. Que ahora seria bolivariana, plurinacional y cantonal, a mayor gloria de Chávez, Maduro, Evo Morales, Otegi, Torra y Puigdemont.

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