Sumar es sólo un sumando
Hay cuestiones que solamente tienen explicación si se miran desde el punto de vista adecuado. Y eso es lo que le pasa al auge político de Yolanda Díaz, y en paralelo de su proyecto Sumar, que únicamente se entiende como una pieza de la estrategia de supervivencia del sanchismo.
Sin él saberlo, Sánchez no mentía cuando decía que no dormiría tranquilo con Podemos, porque su desvelo no lo ocasionaba su preocupación por los españoles, sino por sí mismo. Y seguramente que, desde la misma noche poselectoral en que se abrazaron como dos borrachos, tenía claro que tendría que acabar con su socio Iglesias antes de que éste acabara con él, y que la mejor forma sería, como tantas veces hizo Felipe González con los revolucionarios emergentes, arrebatándole o domesticándole el proyecto. Para esa faena, Yolanda y su sangriento historial de traiciones resultaba el arma propiciatoria. Con el olfato que se presupone a su prominente napia se metió en el papel, aupada en su ambición y en un incomprensible rencor hacia el que la hizo su pupila por delante de aquellas con las que Pablo compartía partido y/o lecho.
Pues eso, que desde el principio Sumar no es otra cosa que una de las patas (otra son los separatistas y filoterroristas) que necesita Sánchez para sobrevivir, y solamente desde ahí se explica que el incongruente populismo de origen podemita siga estando vivo. Porque la cantidad de barbaridades que han cometido y que están cometiendo es directamente proporcional a la capacidad del entorno mediático para justificarlas o para no reprobarlas como merecen. Por no hablar del ancho de banda que todo el mass media lleva dando a un proyecto personalista que adolece de todas las inconsistencias del comunismo más trasnochado y que además incorpora idioteces y ocurrencias infantiloides, expresadas además con un lenguaje cantinflesco cargado de inventados palabros inclusivos.
Y no hace falta recordar papelones anteriores, en el acelerón que les ha obligado a dar la prematura convocatoria electoral están ofreciendo un espectáculo tan grotesco que el sanchismo mediático casi no da para achicar las vías de agua que es capaz de abrir madame Très Jolie y su troupe. A la liquidación con ensañamiento de los compañeros podemitas del banco azul y a sus proscripciones ad hominem, le sigue un discurso en el que no se descarta el protagonismo personalista de nadie. Así, sin inmutarse, va y suelta que las elecciones no van del futuro de ningún político. ¡Excepto del de ella, claro!, debió reconocer, por si alguien todavía tenía dudas de que no hay nada más detrás: el proyecto es ella y ella es el proyecto.
Y para terminar de confundir a los votantes de izquierda que no procedan de las Mareas periféricas, que son más independentistas que nacionalistas, se trae de segundo de lista (¡en Madrid, qué ojo clínico!), a un confeso partidario de la desmembración de España y de la superación del régimen del 78. Amiguetes de El País o de la Ser, opinadores y tertulianos, camaradas de La Sexta… ¿Pero esto también se lo vais a pasar por alto?
Es obvio que los aires blandengues y cursis y las sonrisas melifluas no casan con el tono machirulo de Iglesias, con el ganguear macarra de Echenique o con la insultante agresividad de Irene. Lo que importa ahora es ser (con «s» de sibilino) suave, sonriente, sensible…, aunque sea para ocultar el rancio republicanismo o el clasismo pro-nacionalista más excluyente del diplomático Santos Maraver.
A pesar de las lógicas alusiones al voto útil, el régimen sabe que Sánchez tiene, como ha evidenciado ante Alsina, el techo de sus propias mentiras, y que no hay otra que seguir potenciando su segunda marca, exigiendo a ésta, en contraprestación, que no se desalinee de los intereses globales, como ha pasado en el Ayuntamiento de Barcelona.
A la hora de la verdad, a Sumar se le exige que cumpla con su misión y con sumisión (es decir, sumisamente) el objetivo que se le marcó desde el principio.
Sumar no es una agrupación de los partidos de extrema izquierda, es un sumando y significa que con él tienen que sumar los 175.
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