El ‘sudoku’ de Oriente Medio
Mientras esta semana la atención en Oriente Medio ha estado puesta en la tensión generada por EEUU tras matar al general iraní Soleimani, otro foco de gran riesgo para la seguridad nacional y europea sigue su escalada gradual en Libia. El rico país en hidrocarburos del Norte de África permanece como estado fallido tras la guerra civil iniciada en los últimos años de Muamar el Gadafi y permanece lejos de su resolución con el enfrentamiento de dos bandos en el que, como no, aparecen representados los intereses de grandes potencias y potencias regionales. La ONU, la UE y EEUU apoyan en Libia el Gobierno de Fayez al Sarraj. También cuenta con el respaldo de Qatar y Turquía. Fayez al Sarraj aceptó recientemente una oferta de asistencia militar de Ankara para derrotar a las fuerzas de su enemigo, el líder del autoproclamado Ejército Nacional Libio (ENL), Jaifa Haftar, quien lanzó una ofensiva sobre Trípoli el año pasado y quien ya está a las puertas de la capital.
Haftar cuenta con el respaldo y asistencia militar del gobierno sirio, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y ahora Rusia. Varios estados miembros de la UE y de la OTAN como Francia, Italia, Grecia y Chipre están dando su apoyo también a Haftar, contra el criterio común de la UE, ONU y EEUU. Unos lo hacen por intereses económicos (Francia e Italia), mientras que Grecia y Chipre lo hacen por oposición a Turquía. Francia e Italia defienden la política de sanciones contra Rusia, pero en la crisis libia están más cerca de los rusos. Otro de los grandes apoyos de Haftar es Egipto, cuyo presidente, el general Al Sisi, considera que el gobierno actual libio es uno de los principales puntales de su enemigo político interno, los Hermanos Musulmanes.
Egipto y EEUU apoyan en Libia a diferentes rivales. Egipto y EEUU apoyan en Siria a diferentes rivales. Sin embargo, el presidente egipcio es considerado por el presidente de EEUU, Donald Trump, como su “dictador favorito” (sic). El presidente sirio, Bashar al Assad, fue también contrario a los Hermanos Musulmanes del ex presidente egipcio Mohamed Morsi hasta el golpe de estado de Al Sisi. Con la llegada al poder de Al Sisi en El Cairo, Siria y Egipto restauraron relaciones diplomáticas. El gobierno sirio, amigo del actual líder egipcio, también apoya al mismo bando en la contienda libia. Sin embargo, Irá, uno de los principales sostenes del presidente sirio, no tiene buenas relaciones con Egipto.
Egipto e Irán han estado en confrontación desde la revolución islámica de 1979 pues el régimen de Teherán considera inaceptable el tratado de paz de Egipto con Israel. Los iraníes han tratado de desestabilizar y conspiran contra Egipto desde el momento mismo de la instauración de la revolución islámica.
Irán está a favor también de la actividad de Hamas en Palestina. Las relaciones de Egipto con Hamas siempre han sido turbulentas. Hamas se formó en 1987 como una rama palestina de la Hermanos Musulmanes de Egipto. El Cairo considera a los Hermanos Musulmanes como un grupo terrorista. EEUU durante la presidencia de Obama respaldó a dicho grupo, ¡pero Hamas está en contra de Estados Unidos!
Los estados del Golfo están en contra también de Al Assad en Siria, pero Emiratos Árabes y Arabia Saudí defienden junto a los sirios al líder rebelde libio Haftar. El gobierno de Al Assad se enfrenta en Siria a los reductos del Estado Islámico y a los rebeldes financiados por los países del golfo, como Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes. Las monarquías del Golfo son proestadounidenses en la región, pero batallan en diferentes bandos a los norteamericanos en territorio libio y son más próximos a Rusia.
Finalmente, Egipto tampoco mantiene buenas relaciones con Turquía, cuyo presidente, Recep Tayyip Erdogan, ha acusado de “tirano” a Al Sisi en numerosas ocasiones y ha tenido como respuesta el reconocimiento de Egipto al llamado “genocidio armenio”, tema prohibido en Turquía, y una oferta de asilo al líder del golpe de Estado contra Erdogan de 2016, Fetullah Gülen.
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