¿Será la economía, estúpido?

¿Será la economía, estúpido?

No apetece a ningún gobernante que le caiga encima una crisis económica. Le ocurrió a Rodríguez Zapatero en 2008, con tanta desgana que negó la realidad. Ahora la OCDE rebaja el crecimiento mundial, mientras España, políticamente inestable, en el limbo presupuestario, debilitada por el Brexit, carece de empuje competitivo, pendiente de las guerras comerciales, del sobre-endeudamiento, la desaceleración y tasa desmesurada de paro. Alemania no es ahora mismo un espejo de maravillas. De ganar las elecciones generales, ¿sería Pedro Sánchez capaz de enfrentarse a la tormenta u optaría por negarla? Ni Sánchez tiene un diploma de madurez en gestión económica ni lo tienen sus hipotéticos socios de futuro en Podemos. Si su ludopatía política fuese considerada por el electorado como la opción menos mala es probable que Sánchez se viera capaz de seguir en la Moncloa y negar la crisis. Es un camino saturado de espejismos, como lo fue el zapaterismo, en busca del mago de Oz.

En la negación de la crisis, Zapatero obtuvo el gran premio. En la campaña electoral, negar la crisis ganó todas las bazas. Se vio al debatir Pedro Solbes y Manuel Pizarro la fragilidad económica en los platós de televisión. Rebobinar ese debate es una lección del choque entre apariencia y realidad. Ganó la apariencia y de poco sirvió la razón. Al terminar el debate, un 48 por ciento del público dio como ganador a Solbes y   un 37 por ciento a Pizarro. Pero la crisis ya estaba ahí, aparatosa, indisimulable. Quién sabe si a principios de 2020 ya veremos a Pedro Sánchez negando la crisis, con el argumento de Solbes:  eso solo son turbulencias. En casos así y más dada la experiencia-límite de 2008, parte del voto se decide en términos de interés económico personal y familiar.

Tras el debate Solbes-Pizarro, todo iba a ser una novela rosa y no fue así: fue una intriga con elementos de desolación. ¿Sirve esa lección para mañana mismo? No es una ficción que cuanto más se manifiesten los indicadores de crisis, algún peso tendrá la economía a la hora de votar en noviembre aunque seguramente, en tan poco tiempo, la crisis no va a ser tener impacto electoral decisorio. De todos modos, sería propio de una sociedad inconsciente no revisar el vídeo Solbes-Pizarro. Siempre se puede aprender.

Si después del 11-N seguimos con lo mismo, sin gobierno efectivo y sin mayorías estables, decrecerá aún más la confianza del consumidor, la industria entrará en recesión y 2020 va a ser un año de incertidumbre elevada. Algunos analistas consideran que, tras los años de expansión en la economía estadounidense, el transito recesivo puede perjudicar –para bien y para mal- la reelección de Donald Trump en 2020. Con la fórmula táctica “Es la economía, estúpido”, la campaña de Clinton superó a Bush padre, aunque en aquellos momentos, a diferencia de hoy, la economía ya estuviese mejorando.  Al contrario, en estos momentos hay alarmas en las arterias de la economía global. Baja el consumo y la recuperación post-2008 aún es frágil. Sería sensato chequear la economía familiar antes de votar en noviembre.

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