Semana negra

Semana negra

Ocurren tantas desgracias que resulta imposible retener todos los actos absolutamente indignos que protagoniza el Gobierno de España. Esta semana negra, que precede a la Santa, ha concluido con la vergonzosa foto en la que el presidente del Gobierno posa con el rey de Marruecos sobre el fondo de una bandera de España colocada al revés. Las formas son el fondo y Marruecos tiene una diplomacia a la que no se le escapa ningún detalle. Habremos pues de concluir que colocar la bandera de España con el escudo boca abajo es una humillación en toda regla a nuestro país  y una nueva demostración de la falta de vergüenza de Pedro Sánchez que lo ha consentido mostrando su sonrisa más bobalicona.

Pero este evento no es el único signo de alarma que nos ha traído la semana. La pasividad mostrada por el Gobierno ante una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que amparó un recurso del etarra Javier Aristain -aceptando la tesis del terrorista condenado a 17 años de cárcel de que se habían vulnerado sus derechos por no haber podido designar abogado de confianza tras su detención-, puede llevarnos a una situación similar a la que se produjo tras la anulación de la doctrina Parot.

Desde el año 1984, la ley establece que cuando un terrorista es detenido puede permanecer incomunicado, con autorización judicial, durante cinco días en los que será asistido por un letrado de oficio, no de su confianza. Así pues, en fase prejudicial es legal limitar el derecho a asistencia por letrado de confianza cuando concurre causa razonable, por ejemplo el riesgo de que se alerte, a través del abogado de confianza, a personas sospechosas de participar en el delito y que aún no han sido arrestadas. El propio TEDH que ha dado la razón en este caso al terrorista ha distinguido en diversas ocasiones entre la asistencia letrada en la fase prejudicial, cual es el caso, y en la fase de juicio. Vamos, que hay argumentos jurídicos de sobra para que el Gobierno, que es el único que tiene potestad, recurra esa sentencia y evite que se consolide como doctrina general del TEDH.

Si el Gobierno deja vencer el plazo de tres meses para recurrir que finaliza el día 18 de este mes -la ministra Llop ni siquiera ha aclarado al Supremo si piensa recurrir- nos encontraremos ante un nuevo caso de complicidad con los objetivos de los terroristas perpetrado por el Gobierno de Sánchez. Y, lamentablemente, todo parece indicar que el Gobierno va a dejar que expire el plazo y se repita lo que ocurrió en el caso Parot, con idénticas consecuencias: excarcelación masiva de terroristas y cuantiosas indemnizaciones a los criminales por parte del Estado.

Nada de esto es casual, todo obedece a una estrategia que se viene desarrollando desde que Sánchez está al frente del Gobierno. Tengan en cuenta que el único pacto que Sánchez ha cumplido es el que alcanzó con los albaceas de ETA. Ahora mismo, tres de cada cuatro terroristas condenados en firme por gravísimos crímenes cometidos contra víctimas inocentes están en cárceles del País Vasco o cercanas. Ninguno de ellos ha colaborado con la justicia para esclarecer los 372 crímenes de ETA aún sin juzgar. El PSOE de Pedro Sánchez, el único que existe, está cumpliendo su compromiso de sangre: yo los acerco, tú (Gobierno Vasco) los sueltas, que para eso te he transferido la política penitenciaria y las cárceles. Ahora, si se confirman los temores y no se recurre la sentencia de Estrasburgo, saldrán a las calles los criminales terroristas, los “soltarán” los jueces  gracias a la incomparecencia y la complicidad activa del Gobierno.

Otro escándalo de la semana son las consecuencias derivadas del decreto por el que se aprueba el currículum para el Bachillerato y en el que se establece que, no sólo no habrá cronología en el estudio de la historia, sino que la historia de España comienza en 1812. O sea, antes de esa fecha no hay historia de España. El objetivo de este nuevo atentado contra el derecho de los españoles a acceder a una Educación de calidad no es únicamente rebajar el nivel y los conocimientos de las nuevas generaciones condenándolas a no ser competitivas y a depender del subsidio del Estado; el objetivo es estratégico y persigue la demolición de nuestra nación.

La cronología es la ciencia que tiene por objeto determinar el orden de los sucesos históricos. Sin cronología, no hay historia. Sin historia común, no hay nación común. Sin nación común, no hay ciudadanía común que sea titular de los mismos derechos en todo el territorio nacional. Expulsadas del sistema educativo la lengua común y la historia común, nos encontraremos ante el triunfo de las tesis históricas del más rancio nacionalismo abrazado con fruición –y superado en muchos casos- por el partido socialista. Sin nación común, cohesionada por siglos de historia y por una lengua común, lo que queda es la nación de los nacionalismos, el mito que se alimenta en aquellas comunidades en las que gobiernan los nacionalistas o sus asimilados del PSOE, donde la escuela es nacionalista.

Pues eso es lo que nos deja la semana: la humillación a España perpetrada por el rey de Marruecos ante el silencio bobalicón y cobarde de Sánchez; la traición a la justicia y a las víctimas y la traición a la nación. Este Gobierno es carne de banquillo. Y si no cejamos allí es donde tienen que acabar. A ver si es más bien pronto que tarde, porque siendo cierto que no hay mal que cien años dure, tampoco hay cuerpo que lo aguante.

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