El sanchismo es una dictadura

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Saben en el PSOE de Sánchez y en el conjunto de la izquierda que van a perder las elecciones, las municipales, autonómicas y generales. Con ello, gran parte del poder institucional y económico, es decir, el maná publicitario con el que compran a los medios de comunicación. Y están preparándose para que eso no ocurra. Y si ocurre, que no pase nada. Y no les pase nada.

Las actuaciones de los últimos meses, en carrera desbocada al precipicio democrático, es la manera que tienen los déspotas de destrozar cualquier atisbo de alternativa en el Gobierno. El que vendrá, si viene, deberá limitarse a gestionar las ideas, políticas y leyes del sanchismo. Y hacerlo bien, para tener el aplauso del Pravda y el cariño de los tertulianos soviéticos, que ahora reparten carnets inversos de demócratas y golpistas. Un turnismo amañado y teledirigido. Falso, ilusorio. La continuidad de la élite sanchista que ha secuestrado la Constitución es lo primordial para el autócrata y su dinastía. El pueblo seguirá respirando anestesia, enchufada a la subvención, alérgica a los problemas, tolerando la dictadura mientras no cierre Netflix, Amazon les mande los envíos a tiempo y haya bares donde tomar unas cañas. En el futuro orwelliano, los primeros que deberían perder su libertad tendrían que ser los que hoy apoyan el derribo democrático y constitucional de España. En la imprescindible estrategia del espejo con la que desmontar y retratar a la izquierda totalitaria, un ‘Yo acuso’ periodístico, académico e intelectual es lo más conveniente.

España no está avanzando, como dicen las feministras y los tontiministros. Avanzan el bolsillo y los intereses personales de quienes conforman el Gobierno menos democrático de nuestra historia. Reformando el delito de malversación se protegen de futuras querellas al Gobierno o cualquiera de sus miembros contra el saqueo de los fondos públicos, el desvío de los fondos europeos a empresas amigas e intereses espurios y la compraventa de votos cuya campaña empieza ahora. Siempre presunto, claro, que ahora la justicia y las leyes, como en las dictaduras, serán a gusto del autócrata. Con las instituciones derribadas a golpe de decreto, la justicia acosada y sometida, insultada y menospreciada la todavía oposición, los medios comprados como mesnadas de la causa dictatorial y las arcas llenas de dinero del ciudadano empobrecido, que dependerá del Estado, o sea del PSOE, o sea de Sánchez, para vivir y sobrevivir, preparémonos para un futuro en el que la democracia será o dejará de ser. Habrá que repetirlo todos los días: el sanchismo es una dictadura.

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