Sánchez cree que él es la democracia
No duerme ni logra estar despierto. Según la sabiduría de Cervantes: “Pasa las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio”. El petimetre repite este enigma con tal de amortiguar su pánico: “Aún no sé por qué llegué a La Moncloa, cuando lo sepa, quizá comprenda la maldición que envuelve a mi maltratado ego”. Aparte de ególatra, no encuentro otro calificativo que le honre y le mantenga en el control. Esa es la única conclusión a la que se abraza el oportunista. Sigue sin entender que la democracia es una forma de gobierno donde el poder es ejercido por el pueblo, aunque él crea que la democracia es él, y sólo él. De ahí que se niegue a convocar elecciones, pues sabe que una vez celebradas se irá a tomar viento.
El comandante del avión de la Fuerza Aérea Española que transportó al matrimonio Sánchez a Cuba no contaba con que algún auxiliar de vuelo o cualquier viajero indiscreto, pudiera haber oído, y revelado, las consignas que Pedro le trasladó a Begoña horas antes de aterrizar en el Aeropuerto José Martí de La Habana. Cosas tales: “Tranquila, Bego, que vas con tu súper presidente y serás recibida como una reina”. Debido a esa filtración, el vacile de los habaneros acopló la pretenciosa pareja a sus sones: “Nos viene un español membrillo, con tremenda insulsa papaya, ella va de primera dama, y él de rebelde en regocijo…”. Así acogieron los comunistas cubanos a nuestros turistas de lujo. En suma, otro bobo viaje sin sentido.
De vuelta el ganso, se ventiló el tratado de Utrecht en un plis-plas y, sin enterarse de nada, hubo de aceptar que Theresa May, primera ministra del Reino Unido, lo mandase a hacer gárgaras asegurándole que el Peñón de Gibraltar y los macacos de la colonia continuarían bajo estricta soberanía británica, quedándose Sánchez Upside down! Aún así, el muy mamarracho nos mintió, se tiró el pegote y nos juró que acababa de solucionar lo que la diplomacia española no logró en 300 años. Ese arrebato de fiebre patriótica, no coló, llegaba tarde, cuando ya nadie le cree. El petimetre no para de hacer el ridículo. Van unos versos, dando por hecho que nunca, jamás entenderá la enorme estafa de Gibraltar, porque desconoce cómo son los ingleses: “Y mientras viva el vencido, venciendo está el vencedor”. Que alguien le explique al iletrado qué significan este par de octosílabos.
Cuanto antes se esfume del mapa tan inculto e inepto mandamás, mejor nos irá a todos. En mala hora reptó a la presidencia para destrozarnos el presente. Como no se largue por donde vino, ni siquiera el futuro valdrá la pena. Sánchez es gafe. Pacta con los traidores que odian a España y manipula la ley a su antojo. ¿O algo salió medio bien, desde que introdujo su maleable ego en palacio?