El Rey defiende la unión y la unidad ante el sanchismo presente

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En una ceremonia marcada por los nervios y la emoción, de los premiados, de la futura Reina de España y de sus padres orgullosos contemplando a su primogénita, hemos asistido a diferentes discursos y a una misma conclusión, la que Felipe VI ha remarcado hasta tres veces: «Sólo desde la unión se construyen las grandes obras». Rodeado de socialistas insignes, como el presidente de Asturias, Adrián Barbón y la vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, el monarca lanza un mensaje a Sánchez en la tierra que mejor reivindica la historia, la tradición y el legado de España como nación. Sabemos que Sánchez no escuchará el discurso, ni atenderá al mensaje político del Rey, más bien al contrario, pero es relevante destacar cómo, en otro momento crítico del país, el Jefe del Estado ejerce el liderazgo político que en otros escasean y reivindique desde la firme serenidad que le caracteriza, que España no debe romperse, ni alquilarse ni venderse. Y menos para satisfacer egos insaciables y poderes insatisfechos. En una breve intervención, trufada de análisis geopolítico (conflicto en Gaza, guerra de Ucrania), Felipe VI ha subrayado la necesidad de avanzar juntos, de construir unidos y de no someter a la ciudadanía, propietaria de la nación, a más incertidumbre de la que ya ha sufrido. Y lo hizo con reconocidos socialistas delante, esos que deberían trasladar a su jefe lo que la mayoría de España reconoce y siente al escuchar las palabras del monarca.

Y todo ello, en la quinta edición a la que asiste Leonor como Princesa de Asturias, en una de las intervenciones más importantes de su agenda a nivel nacional e internacional. Se le notó una preparación correcta en la interpretación del discurso. Más allá de los nervios propios de la cita, la entonación, a partir de una voz templada y educada para la ocasión, y el manejo del ritmo en la lectura ante los premiados, fue notable, Comprobamos también cómo una excelente actriz como Meryl Streep es también una oradora y comunicadora excelsa. Emotiva en su discurso, con citas de Picasso y Lorca insertas a modo de tributo comunicativo con el contexto y desde el contexto, su manejo del silencio entre palabras, su exposición rítmica y melódica y su narración persuasiva, dominaron en un auditorio entregado. Concluyó las intervenciones Felipe VI, quien, más allá de la valoración política de sus mensajes, repasó la trayectoria de los premiados, rellenándola de adjetivos elogiosos y personales, donde lo que importa no es el grosor del epíteto, sino la conexión visual buscada y aceptada por la contraparte, como ocurrió con Streep y Murakami. Una ceremonia, en suma, de discursos nerviosos y emocionales y un mensaje político que Sánchez debería atender y no despreciar más.

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