Opinión

Se quieren cargar otra vez la economía a impuestazos

Pedro Sánchez persiste en su objetivo: cargarse otra vez la economía a base de impuestazos. Afortunadamente, tendrá muy difícil aprobar la subida del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), ya que sólo cuenta con el apoyo de los comunistas de Podemos. Normal si tenemos en cuenta que economistas tan prestigiosos como Arthur Laffer ya advirtieron en los años 70 del siglo pasado a través de la Curva que lleva su nombre —Curva de Laffer— de que un tipo impositivo excesivo, lejos de aumentar la recaudación, lo que hace es disminuirla. En este particular, hay que reconocer que nacionalistas vascos e independentistas catalanes han actuado con buen juicio. Tanto PNV como PDeCAT se oponen a un incremento de los gravámenes que acabaría de raíz, y en un tiempo récord, con la mejoría económica que nos ha hecho crecer a más del 3% durante tres años consecutivos hasta situarnos a la cabeza de las principales economías de Europa. El Partido Socialista trata de contentar a Podemos con un aumento salvaje de impuestos que no tiene sentido.

Todo para poder sufragar el incremento del gasto público que han acordado con la formación que dirige Pablo Iglesias y que pondría en serio riesgo el control del déficit que debemos cumplir de manera inexorable con Bruselas. Ante tamaña irresponsabilidad, la única buena noticia es que Sánchez sólo cuenta con el apoyo de los comunistas. La mala, sin embargo, es que él es el presidente del Gobierno y su idea, que ya viene de lejos, se mantiene invariable a pesar de los efectos perniciosos que tendría sobre la economía. Si se concreta el plan total y primigenio que tienen los socialistas, no sólo aumentarían en cuatro puntos el tipo máximo del IRPF, además anularían las deducciones en el mínimo y dispararían el impuesto del ahorro, un ámbito en el que la escala de cargas llegaría hasta el 35% con una subida de 12 puntos.

Algo en lo que los ideólogos económicos del PSOE llevan trabajando desde antes incluso de alcanzar el poder. Ingredientes todos ellos de una mezcla explosiva que nos retrotraería a los tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando España estuvo al borde del default. Es momento de bajar los impuestos, no de subirlos. De controlar el gasto público y apostar por el desarrollo. Todo lo demás sería desandar el camino y regresar al instante en el que nuestro país miró de frente a la ruina. Maltratar, en definitiva, tanto a las pequeñas y medianas empresas que conforman la mayor parte de nuestro tejido industrial como a los propios ciudadanos. Un plan que sólo serviría para hundir España.