¿De qué coronavirus me habla?

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Ayer la empresa organizadora del Mobile World Congress comunicó su cancelación a la vista de las numerosas anulaciones de importantes compañías arrastradas por la incertidumbre generada por el brote de coronavirus. La decisión supone un varapalo para España que se queda este año sin uno de sus escaparates internacionales más importantes, además de soportar grandes pérdidas en términos de ingresos y puestos de trabajo. Se veía venir. El pasado martes, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Thedros Adhanom Ghebreyesus, había elevado el nivel de preocupación de la institución sanitaria al señalar que el COVID-19 supone “una amenaza muy grave” porque “esta epidemia puede ir en cualquier dirección”.

Las autoridades españolas, nacionales y locales, han mostrado su disconformidad con la decisión alegando al unísono que “no obedece a razones de salud pública”. Las ultimas en tirar de argumentario oficial han sido la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, y la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño. Para Calvo, la cancelación no se debe a la alerta sanitaria sino a “otras razones”. Causa perplejidad escuchar a nuestros responsables públicos manifestarse con tal nivel de frivolidad. Esta misma noche, la cifra de enfermos aportada por las autoridades chinas se ha disparado hasta alcanzar los 60.000 afectados, así como la de los fallecidos que, tras un incremento de 254 decesos en apenas unas horas, la  epidemia suma ya 1.363 muertos. Más importante aún es el número de enfermos en estado grave: 8.204 personas, es decir, un 13,7 por ciento del total de los infectados. Por el contrario el porcentaje de los recuperados no logra despegar con claridad y apenas alcanza el 10 por ciento.

Cuál es su origen, cómo se contagia, qué periodo de incubación tiene, qué nivel de propagación ha alcanzado, qué porcentaje de mortalidad esconde… Ninguna de las preguntas importantes para asegurar el control de una epidemia tienen a estas alturas respuesta. Sabemos muy poco del nuevo “enemigo público”, pero nuestros responsables políticos, entregados a teorías ‘conspiranoicas’, ya han decidido que no supone riesgo alguno para nuestro país. Qué irresponsabilidad y cuánta arrogancia. Hemos de suponer que las empresas que tomaron la decisión de no estar presentes en la feria lo hicieron guiándose por la prudencia y para evitar males mayores, una actitud impecable desde el punto de vista de la responsabilidad corporativa. La Mobile no será ni la primera ni la última cita internacional que se cancele si el panorama sanitario no se despeja. Esperemos que las medidas de control puestas en marcha por China hayan dado resultado, lo sabremos en unas semanas.

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