La prueba de que el veto de Sánchez a Israel es pura hipocresía

Sánchez Israel

Prácticamente al mismo tiempo que Pedro Sánchez anunciaba su decálogo contra lo que él califica «genocidio de Israel», el Ministerio de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes de Félix Bolaños encargaba un plan de ciberseguridad a una empresa española que construye para Israel el tren ligero en territorios ocupados y que, paradójicamente, había sido señalada por el propio Gobierno al conocer que participaba, como subcontratada, en el proyecto de construcción de líneas de tren ligero que conecta Jerusalén con los asentamientos del Estado hebreo en sus alrededores.

Se trata de una obra para extender 27 nuevos kilómetros de vía, 53 estaciones y varios depósitos en la conocida como Línea Roja y crear una nueva Línea Verde en los territorios ocupados. Lo insólito es que el Ejecutivo instó a esta compañía a que empleara «mayor diligencia en la valoración de los daños o vulneraciones a los derechos humanos que pueda ocasionar la actividad de la empresa española». A su vez, exigió también encargar «a un tercero independiente la elaboración de un informe que examine el impacto social que dicho proyecto pueda tener en los territorios ocupados».

Pues bien, la Dirección General de Servicios de la cartera de Justicia ha contratado a esta misma empresa para el «desarrollo del catálogo de recursos para su futura integración en la plataforma de inteligencia de datos del sistema de seguridad nacional, en el marco del Plan Nacional de Ciberseguridad». En total, 1,5 millones de euros para poner en marcha el programa.

O sea, todo un supremo ejercicio de hipocresía que revela hasta qué punto el Gobierno está utilizando políticamente sus ataques a Israel para congraciarse con los sectores más radicales de la izquierda. Y por detrás, casi a escondidas, contrata con las mismas empresas a la que acusa sin pruebas de no involucrarse en la defensa de los derechos humanos. Una demostración supina de cinismo. Todo muy al estilo Pedro Sánchez. Esta es la prueba que demuestra que el veto a Israel es una cortina de humo.

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