PP y Vox están condenados a entenderse

PP Vox

Una de las razones por las que PP y Vox han fracasado en su objetivo de poner fin al Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez tiene que ver con el hecho de que la izquierda se ha comportado como un bloque compacto en el que PSOE y Sumar se han repartido los papeles durante la campaña electoral, mientras que en la derecha el bloque no ha funcionado, perdiéndose PP y Vox en una estéril y contraproducente catarata de reproches. Entre lo fundamental -unidad contra el sanchismo- y lo supérfluo -las acusaciones cruzadas-, se ha impuesto esto último, con un resultado nefasto para los intereses de los millones de españoles que no tenían más afán que acabar con Pedro Sánchez. Feijóo y Abascal están condenados a entenderse desde el convencimiento mutuo de que el actual contexto político obliga, por una elemental razón de pragmatismo electoral, a unir las fuerzas en pos de un objetivo común.

El resultado electoral demuestra que el fracaso no ha sido como consecuencia de falta de apoyos y sí de una palmaria falta de estrategia, de manera que, en no pocas circunscripciones, se han dilapidado lastimosamente miles de votos que no se han traducido en escaños por la sencilla razón de que no ha habido un plan mínimo de acción en común. La ley d’Hondt se ha convertido en una triturada de votos del bloque de derechas en no pocos territorios hasta el punto de que, como ha informado OKDIARIO, con los mismos sufragios se podrían haber obtenido hasta 178 diputados. No hubiera estado de más que unos y otros se hubieran sentado a hablar. Sí lo hizo el bloque de izquierdas, que ha logrado optimizar mucho mejor los votos de PSOE y Sumar. El resultado ahí está y la primera conclusión que debieran extraer Feijóo y Abascal es que, más allá de sus legítimas discrepancias, para el electorado de derechas PP y Vox no son partidos antagónicos. Porque para esos votantes de PP y Vox, hoy frustrados por igual, lo verdaderamente antagónico es la izquierda.

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