Pedro Sánchez avergüenza a España

Pedro Sánchez avergüenza a España
Pedro Sánchez avergüenza a España

Es una puñetera vergüenza que ayer el presidente de los Estados Unidos, el progre Joe Biden, ese detrás del que Pedro Sánchez corre por los pasillos intentando sin éxito que se detenga un momento para hacerse una foto y así poder decir que ha mantenido un encuentro con él, se reuniera con los líderes del Reino Unido, Canadá, Italia, Japón, Francia, Alemania, Polonia, Rumanía, además de con el secretario general de la OTAN, la presidenta de la Comisión Europea, y el presidente del Consejo Europeo; y una vez más se olvidara de nosotros. Es la tercera vez que el estadounidense ningunea a Sánchez con ocasión del conflicto de Ucrania, porque ya había hecho lo mismo el pasado día 11 de febrero y el 24 de enero. Resulta evidente que el presidente de los Estados Unidos no quiere que Pedro Sánchez se entere de lo que acuerdan sus aliados en política internacional, entre quienes no se encuentra España, porque no se fía de nosotros.

El domingo Pedro Sánchez hizo público que había hablado por teléfono con el heroico y admirable presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, «para mostrarle todo el apoyo y solidaridad de España ante la intolerable invasión de Putin». Y anunció que España les ha enviado dos aviones con 5.000 cascos, chalecos antibalas, detectores de minas y 20 toneladas de medicamentos y material médico, para que se defiendan y se curen de las heridas que les causen los invasores, pero no armas, que es lo único que ellos están pidiendo a gritos. Zelenski, que se muestra muy activo en redes sociales, quizá para demostrar así a Putin que ninguno de los 400 mercenarios que ha enviado para que le asesinen ha conseguido aún cumplir con su encargo; ha agradecido públicamente el apoyo recibido de los líderes de Estados Unidos, Japón, Rumania, Reino Unido, Polonia, Lituania, Bélgica, Portugal, Georgia, República Checa, Alemania, Azerbaiyán, Estonia, Países Bajos, Turquía, India, Suiza, Italia, Francia, Suiza, Canadá… y un larguísimo etcétera en el que no aparece ni España ni Pedro Sánchez.

Y lo peor es que yo sé que este bochorno es merecido, que somos los españoles los que, con nuestros votos, hemos montado a Pedro Sánchez en el Falcon de sus amores, y me siento responsable de lo ocurrido, aunque mi papeleta no se cuente entre los 6,8 millones de votos que recibió el PSOE de los ERE de Andalucía, los 3 millones que tuvo el Podemos de Venezuela, Irán y Galapagar, los casi 900.000 de los golpistas de ERC, ni entre los 277.000 impresentables que votaron a Bildu y ETA. Pero todos ellos suman más de 11 millones de españoles que fueron mayoría en 2019 y comprendo que, a la vista del resto de países que combaten contra el invasor ruso, todos los españoles seamos cómplices de las deslealtades cometidas por nuestro Gobierno que, al fin y al cabo, sienta en el Consejo de Ministros a orgullosos representantes de la hoz y el martillo.

No sería en absoluto razonable que los aliados de la OTAN contasen sus secretos al presidente del Gobierno que abrazó al comunista Pablo Iglesias, lo sentó a su izquierda en el Consejo de Ministros, lo hizo vicepresidente segundo y, poniéndose la Constitución por montera, decidió que era urgente encargarle el control del Centro Nacional de Inteligencia. El mismo Pedro Sánchez que mantiene como ministros a Alberto Garzón, el comunista de toda la vida que cocina con una sudadera con el emblema de la soviética República Democrática Alemana (DDR); y a Yolanda Díaz, que presume de su militancia en el Partido Comunista de España. Tampoco sería lógico que el presidente de Ucrania nos agradeciese el envío de tiritas cuando está pidiendo tanques, sabiendo que Sánchez no les envía armas porque sus socios de coalición se lo han prohibido. Los españoles tenemos lo que nos merecemos, pero qué vergüenza da que la nación de don Pelayo, Isabel la Católica, el Gran Capitán, Hernán Cortés y Blas de Lezo, se haya convertido hoy en el país que representa Pedro Sánchez.

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