Nos queda mucho para tener una economía made in Hollywood
Los datos que se han dado a conocer sobre la afiliación y el número de parados a la Seguridad Social correspondientes al mes de diciembre confirman la mejoría de nuestra situación económica de la mano del tejido empresarial. Conviene aclarar esto porque no es gracias al Gobierno, al ministro de turno o a las ayudas que nuestras autoridades hacen, que el número de afiliados a la Seguridad Social aumente y que la cifra de personas desempleadas, siempre en el ámbito de la Seguridad Social disminuya. Las empresas están viviendo momentos mejores gracias a la bonanza económica y a la recuperación, por supuesto a su empeño para salir adelante con ímprobos esfuerzos, y si las cosas van bien se necesita más fuerza laboral. Por consiguiente, el mes de diciembre acaba con cerca de 18,5 trabajadores afiliados y con 3,4 millones de desempleados.
En principio, esos datos junto con los que confirman la revitalización de nuestra economía refuerzan la idea de que 2017 se cierra por una buena senda que es la expansiva. Para algunos, ¡esto suena a Hollywood! Sin embargo, rascando un poco más en esos datos de afiliación a la Seguridad Social, nos percatamos de que la media de trabajadores en 2017 es de un millón menos que en 2007. Concretamente, en 2007 había, en media anual, 19,2 millones de afiliados mientras que en 2017 esa media es de 18,2 millones. Entre 2008 y 2013, España perdió prácticamente 3 millones de afiliaciones a la Seguridad Social. Hasta ahora hemos recuperado 2,1 millones, en números redondos. Eso quiere decir que todavía faltan unos 900.000 puestos de trabajo por recuperar.
Otro matiz que conviene subrayar es el del ratio entre los afiliados ocupados a la Seguridad Social, que son los que efectivamente trabajan, y los pensionistas. A fines de diciembre de 2017, son 18.331.107 afiliados ocupados frente a 8.705.707 pensionistas, con un valor del ratio digamos que de cobertura de afiliados trabajando sobre pensionistas de 2,10. Este valor, que cada cual interpretará según crea conveniente, tiene que aquilatarse pensando, de un lado, en la cuantía de las retribuciones que los trabajadores perciben y en la fuerza de sus bases de cotización a la Seguridad Social, y, de otro lado, en la pensión media de nuestros jubilados que en el mismo mes de diciembre se ha situado en 1.071 euros mensuales.
La descompensación entre los sueldos de quienes cotizan y la pensiones que se perciben es patente al considerar los salarios medios en España y el salario más frecuente que ronda los 16.500 euros. Hay muchos cotizantes sobre la base de esa modesta retribución que apenas pueden cubrir los casi 15.000 euros que anualmente percibe, en promedio, un jubilado. El hecho de que entre los afiliados a la Seguridad Social haya muchos de ellos que tienen un contrato temporal y a tiempo parcial abre otro extremo incómodo que hace referencia al grado de saturación del mercado laboral. Porque una empresa, ante la necesidad de aumentar su fuerza laboral, puede contratar a un nuevo trabajador o bien ofrecer a quienes ya trabajan en ella un mayor desempeño horario. Seguramente, la costosa cuña fiscal que castiga la contratación laboral en España, con elevadas cotizaciones a la Seguridad Social y un gravoso Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas —en su modalidad de rendimiento del trabajo— supone un freno para la contratación de más trabajadores.
Las claves están en la EPA
Otra reflexión nos lleva, atendiendo a lo extendido de los contratos a tiempo parcial y temporales, a pensar en todas esas personas que están trabajando, pero que querrían hacerlo más horas, a jornada completa. Por eso, hoy en día, se habla de la tasa de subempleo que es la que vincula la suma tanto de las personas desempleadas como la del número de trabajadores que quisieran trabajar más horas, comparando esta suma con la población activa. Muchos expertos se inclinan, con bastante razón, por afirmar que esa tasa de subempleo resulta más elocuente que la tasa de desempleo a secas.
Por ello, siempre es interesante esperar a los resultados de la Encuesta sobre la Población Activa, la entrañable EPA, que en las próximas semanas se publicará. A partir de ella, se concreta el número de empleos equivalentes a tiempo completo que tenemos en nuestro país. En los últimos años, por más que las campanas repiquen anunciando con gloria la recuperación de la fuerza laboral, ese cálculo nos decía que aún estábamos por debajo de nuestros mejores registros. E incluso es preciso ahondar algo más en la calidad de los datos de las encuestas en cuanto a lo que trasciende de ellas; por ejemplo, la distinción entre la población activa y lo que denominamos inactivos que quedan fuera del mercado laboral.
Los inactivos y los desempleados son parte de la causa de que la inflación en la Zona Euro, y en España, no acabe de remontar como lo tendría que hacer considerando el comportamiento de todas las variables económicas. Es entonces cuando nos planteamos que algo está fallando. Quizás sea que tanto los inactivos como los desempleados tienen muchas ganas de trabajar. Estos últimos porque no lo hacen y los inactivos porque igual muchos de ellos querrían volver al mercado laboral. Es evidente que si quienes hoy gozan de la condición de activos ocupados redoblan sus exigencias reivindicativas en materia salarial, existe una oferta laboral aletargada que podría reemplazarles.
Por eso, las reclamaciones salariales relativas a revisiones al alza andan bastante frenadas. Además, los empleos que en el transcurso de estos años de crisis se perdieron, en muchos casos tenían una retribución más alta que los nuevos empleos, lo que da lugar a un abaratamiento del coste salarial. Hoy, no son pocas las personas que, ante la angustiosa situación de búsqueda de empleo tras años de estar en el paro de larga duración, o incluso computar ya como inactivos, por un menor salario estarían en condiciones de reincorporarse al trabajo. Así que exactamente esto no es Hollywood, resta todavía un buen trecho para acercarnos a la Meca del cine.