Opinión

Muy bien, pues más 155

El Gobierno debe ser firme en la aplicación del artículo 155 de la Carta Magna ante los planes de Carles Puigdemont. Mariano Rajoy y su equipo han de mantener una vigilancia férrea sobre los principales aspectos de la sociedad catalana para garantizar su salud democrática y el cumplimiento del Estado de Derecho. El golpismo, lejos de remitir como ha intentado simular Roger Torrent, sigue buscando tretas y subterfugios para secuestrar el día a día de Cataluña. A Puigdemont le da igual la comunidad autónoma y sus conciudadanos. Sólo quiere forzar su investidura —a sabiendas de que es imposible— para así ganar tiempo y provocar unas nuevas elecciones autonómicas durante el próximo verano.

Su táctica es plenamente ombliguista, ya que piensa que así sacará más votos y estará más legitimado. Otra veleidad más de un hombre que ha hecho de la política y el asalto a las leyes su única forma de vida y que, por tanto, hará lo posible para no apearse de esa dinámica, aunque sea a costa de llevar hasta la mismísima ruina a la comunidad que quiere representar. Las pretensiones del exmandatario chocan de bruces contra la tozuda realidad, como casi todas sus acciones. Ahora o en verano, seguirá siendo un prófugo con cuentas pendientes con la justicia. Algo que, tarde o temprano, tendrá que saldar y que lo imposibilita para cualquier desempeño institucional.

Los próximos días también trazarán el verdadero perfil de Roger Torrent. Si el presidente del Parlament se obstina en una investidura de Puigdemont —a sabiendas de que es imposible ya sea en persona o a distancia— o de cualquier otro golpista, se demostrará que sigue siendo el mismo radical que se definía como «diputado de la república catalana». En cualquier caso, toda dilación es una puñalada a la prosperidad económica de Cataluña y, por ende, a la de España. La región se ha convertido en la rémora del país, la única que empeora los datos de turistas con respecto a hace un año y la única que está a niveles de la crisis en datos de empleo. Con esta realidad, Puigdemont debería pensar en los ciudadanos más que en sí mismo. No obstante, eso sería como pedirle a Convergencia que no se agarrara al 3% o a ERC que se volviera monárquica. El Ejecutivo ha de estar muy atento y no escatimar en la aplicación del 155.