Muchas fotos con Zelenski y muchas críticas a Putin, pero le estamos financiando la guerra

Editorial

Cuando en febrero de 2022 Putin invadió Ucrania, la UE respondió con una aparente firmeza y puso en marcha una batería de medidas económicas con las que pretendía debilitar a Moscú. En paralelo con una catarata de descalificaciones al presidente ruso -con Pedro Sánchez al frente de los merecidos reproches-, la UE se propuso golpear uno de los pilares financieros de Rusia por la vía de dejar de comprar su gas y su petróleo.

Dos años largos después, España lidera el conjunto de las naciones de la UE que más petróleo y gas le han comprado a Putin. Sólo por este concepto, la Unión Europea lleva gastados 200.000 millones de euros, con nuestro país a la cabeza de esta soberana exhibición de hipocresía. Cada vez que Sánchez arremete contra Putin, a la misma hora, España sigue llamando a las puertas de Rusia para continuar haciendo pedidos de gas y petróleo, por mucho que la excusa sea que los contratos ya estaban firmados antes de la invasión y que romperlos unilateralmente obligaría a cuantiosas indemnizaciones. Es una verdad a medias, porque lo cierto es que España se ha convertido en un refugio de gas ruso, debido a la fuerte posición de nuestro país en plantas regasificadoras; el 40% del total de la UE.

Con el Gobierno de Sánchez subido a lomos del cinismo, nos hemos convertido en clientes vip de Vladímir Putin. Con la todavía ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, dando lecciones de compromiso medioambiental y con Pedro Sánchez en el papel de azote de Putin, España lidera el ranking de doble moral de la UE. El presidente ruso debe de estar partiéndose de risa al comprobar cómo Sánchez le pone a caldo mientras, por la puerta de atrás, le seguimos financiando su guerra contra Ucrania. Para que luego Sánchez corra a hacerse fotos con Zelenski.

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