Ministros, exministros y otros meneos
Teníamos claro que la cuota de podemitas era obligatorio mantenerla, pero no contábamos con que los propios nombres estuvieran tan blindados como consecuencia de la completa liberalidad de Unidas Podemos para elegir y mantener sus cinco puestos en el Gobierno, o más bien para mantener su propio gobierno. La letra del acuerdo de coalición lo debía dejar bien claro; y ahora es claro para todo el mundo, incluido algún avispado que creía que ese cilicio que le pusieron se lo podía quitar cuando quisiese. Visto así, nos preguntamos: ¿Quién es el jefe real de esos ministros? ¿Quién puede quitarlos y ponerlos? Porque se ha evidenciado que, sea quien sea, ha decidido que esta no era su crisis de gobierno.
Pues eso, que de momento tiramos con los mismos ministros comunistas. El primero que se fastidia es el presidente Sánchez, pues tiene, por un lado, que aguantarles en sus ridiculeces y tontunas, y, por otro, evidenciar que quedan fuera de su alcance y autoridad. Suponemos que esa afrenta se la va a cobrar procurando la mayor levedad en su aporte a la labor de gobierno, aletargando sus propuestas de ley en la burocracia legislativa y despreciando sus ocurrencias o a ellos mismos. Intentará de ese modo dejar claro que al menos es su jefe funcional, salvo que la agenda ya esté también comprometida en el acuerdo. Mira, lo mismo va a ser que Iglesias dejó todo atado y bien atado.
Hasta ahora de esa agenda del gobierno podemita solamente han dado la cara las propuestas de Montero, que van siendo declaradas estúpidas y absurdas por la ciudadanía a la espera de que vayan siendo declaradas inconstitucionales -tal y como va anunciado el Consejo de Estado o el CGPJ-. Porque la labor de Yolanda Diaz seguirá siendo puro paripé. Ella, como la reina de la apariencia y estando tan encantada consigo misma y con el lugar que ocupa, no va a dar la lucha real ni va a pisar más callos que los necesarios para seguir estando en el candelero.
A los otros tres ministros la acción de gobierno propiamente dicha no es tema que les importe un ochavo. Ione Belarra, que bastante tiene con consolidar su liderazgo en Podemos, únicamente sabe hacer de comisario político y en esa tarea se tiene que jugar los cuartos con los nuevos PSOE boys&girls del gobierno.
Manuel Castells se había olvidado una vez más que es ministro y, para recordárselo, en las últimas semanas se ha puesto un traje y una corbata y ha dado varias entrevistas con fotos. Sobre Garzón y su evidente inacción no hay mucho más que añadir; solo que a la gente no se le va de la cabeza la melonada de la carne y las vacas. Menos mal que muchos no le ponen la cara, porque si no otro que va a empezar a tener problemas a salir de casa sin que le pongan capirotes.
Así que, dejando en paz al gobierno radical y volviendo a la crisis en el de Pedro Sánchez, los observadores han hablado de canibalismo, pero éste ha sido realizado no solo con cadáveres políticos como González Laya, sino también en la versión ikuzukuri, es decir, devorando congéneres vivos como Ábalos, Calvo o Redondo. ¡En esta época de teletubbies no se puede exhibir un espectáculo así! Hay que evitar mostrar hechos tan crueles, como se hizo con el libro ‘¡Viven!’ de Piers Paul Read en el que relataba crudamente -y perdón por la expresión- lo acontecido entre los supervivientes del accidente aéreo en los Andes.
En fin, que nos tememos que esta crisis de gobierno viene como una película de serie B, en las que se empeora lo malo, se viola a los caballos y se casan con las pistolas. Teniendo en cuenta que las entradas, salidas y cambios rezuman impropiedad -como nombrar ministro de cultura a un bachiller o aupar de nuevo a políticos con escasa experiencia- el título sería el del relato de Camilo José Cela, ‘Cachondeos, escarceos y otros meneos’. Pero tampoco queremos ser injustos; a los nuevos ministros los iremos conociendo por sus obras, así que de momento esperamos y decimos lo de Tip y Coll, la próxima semana hablaremos del Gobierno.
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