Tras la malversación, el Barça campeón perpetuo

Tras la malversación, el Barça campeón perpetuo

Ante la continuada inactividad de la mayoría de la ciudadanía española ante los excesos de Pedro Sánchez contra la convivencia, al jugar al límite retorciendo las leyes y las Constitución, para satisfacer a sus socios separatistas me temo que sólo el siguiente paso de Oriol Junqueras podría provocar una reacción de una parte importante del sufrido y silente pueblo español. Dado que no ha habido ningún clamor en las calles ni por los indultos, ni por la eliminación de la sedición, o por haber convertido la malversación en un delito descafeinado, tengo la sensación de que ni siquiera la posible convocatoria de un referéndum de secesión de Cataluña haría que la reacción popular fuera tan fuerte que Sánchez no pudiera llevarla a cabo.

En cambio, la futura petición de Junqueras sí que podría provocar una revolución en las calles de todas las ciudades españolas. Y es que una vez que el líder de Esquerra consiga un referéndum pactado a la búlgara -porque a los separatistas les va las consultas en las que pueden votar cada uno de ellos cinco veces- llegará la petición definitiva que significará la esperanza que llegue la auténtica revolución contra Sánchez y contra Esquerra.

Cuando Junqueras, durante el período de transición entre el referéndum y la República catalana y por lo tanto con diputados de Esquerra en el Congreso, exija que el Barça sea campeón perpetuo de la Liga y que los jugadores del Real Madrid salgan a jugar con las manos esposadas y a la pata coja, entonces se producirá sin duda alguna una revuelta contra el separatismo y el populismo sanchista. Sólo el Real Madrid puede provocar masas en las calles dirigiéndose hacia Moncloa para pedir la cabeza de Sánchez. Así que habrá que rezar para que el PSOE, para satisfacer a sus socios separatistas, comience a poner el punto de mira en el club del Santiago Bernabéu. Será la única forma de echar a este presidente legal pero indigno del poder.

Insisto, esto no es un chiste, hasta ahora no hemos conseguido que nadie se movilice en serio a nivel masivo. Así que no tenemos más plan b que Sánchez meta la pata y toque las narices a la que posiblemente es la entidad más poderosa de España, tanto por su capacidad de movilización, como de crear afectos. Triste destino el de un país que se mueve más por si una pelota entra, y entonces centenares de miles de personas salen a la calle para celebrarlo, que por si un Gobierno retuerce la legalidad. Y lo dice un tipo que lleva treinta y cinco años pagando un abono de general de un club catalán que, por supuesto, no es el Barça. Porque defectos tengo, he tenido y tendré muchos, pero entre ellos nunca ha estado ni ser culé, ni ser nacionalista. Que, en Cataluña, acostumbra a ser lo mismo al ser el club azulgrana el gran escaparate mundial del separatismo. Para muestra, las continuas pancartas en partidos de Champions con lemas tan de reencuentro y desinflamación como “Solo dictaduras encarcelan a líderes políticos pacíficos” o “Catalonia is not Spain”.

Lo último en Opinión

Últimas noticias