Madrid, mejor fin de semana cultural europeo

Madrid, mejor fin de semana cultural europeo

¿Es hoy Madrid el mejor fin de semana cultural europeo? ¿La ciudad donde se asoman los espíritus inquietos? La respuesta es sí. Hay hoy en el aire de Madrid una electricidad que el visitante siente nada más bajar del avión en Barajas o descender al andén en Atocha. Se dirá que el amor a la ciudad que me acogió me hace exagerar. Ciertamente, a la Delegada de Cultura, Turismo y Deporte de Ayuntamiento no se le puede pedir modestia cuando habla de Madrid. Pero algo tendrá una ciudad que, como reza uno de sus himnos populares, no tiene playa, para que todos quieran poner aquí su sombrilla.

A los datos. Antes de la pandemia, en 2019, Madrid recibió 10.419.709 viajeros. Superada la crisis, con algunos mercados aún cerrados, no es osado afirmar que esa cifra se alcanzará y superará pronto. Sabemos ya esto: según el Índice Global de Ciudades Financieras, Madrid es una de las veinte ciudades fintech más importantes del mundo y el cuarto centro financiero de Europa, pisando los talones a Frankfurt, por encima de plazas como Milán, Ámsterdam o Múnich. La cuarta mejor ciudad europea, en definitiva, para hacer negocios. Gracias al doble vínculo con Europa y América, Madrid ya es también lugar natural de reunión de ciudadanos latinoamericanos fuera de su continente (Madrid es la «nueva Miami», se ha leído en el New York Times).

Pero nadie vendría a hacer negocios en una ciudad aburrida y huraña. Madrid es lo contrario: audaz, jaranero y curioso, que diría Emilia Pardo Bazán, rebosante siempre de planes. El madrileño es nervio y alegría. De ahí su afición a hacer de la calle su salón, en una ciudad de puertas abiertas, donde «si vienes a Madrid, ya eres de Madrid». Todos pueden ser sus protagonistas, porque siempre apetece recorrerla. Gracias a una programación cultural que no decae en ningún mes, Madrid es ya una ciudad para todas las estaciones. Del Festival Luz y los conciertos de jazz en otoño, a sus espectaculares navidades en invierno (con una cabalgata de Reyes seguida en decenas de países), pasando por sus verbenas populares en la pradera de San Isidro inmortalizada por Goya, y la Feria del Libro en primavera, desembocando en sus Veranos de la Villa. Y muchas otras cosas.

Cierto es que se parte de un acervo poderoso: tres museos patrimonio de todos los españoles que de por sí hacen de Madrid la capital mundial de la pintura: el Prado, roca española al decir de Ramón Gaya, el Reina Sofía y el Thyssen. Pero Madrid es hoy más: música, danza, teatro, circo, magia, zarzuela, cine, literatura ꟷcomo corresponde a la capital del Siglo de Oro, la villa de Quevedo, Lope y Cervantesꟷ, sin olvidar ese arte cultísimo y nuestro: la tauromaquia. Desde el jaleo de los tablaos flamencos hasta las veladas en los palcos del Teatro Real (elegido mejor Teatro de Ópera del mundo en 2021 por el International Opera Award), pasando por las luces de Gran Vía, que con diez musicales esta temporada hace de Madrid la capital mundial del musical en español.

Por decirlo con una palabra: Madrid es vida. Es mérito de su sociedad civil que no cree que su ciudad sea inferior a ninguna otra gran urbe del planeta, y sigue abriendo restaurantes, galerías y comercios que engalanan los bulevares arbolados y surten la vida de los barrios. Pero algo deberá también la efervescencia de la ciudad a la gestión de los gobiernos municipal y regional, que los ciudadanos confían casi siempre al Partido Popular. Desde el inicio de nuestro mandato en 2019, el Ayuntamiento ha sido actor y motor de este auge, insuflando nueva vida a los centros de gestión municipal. El Teatro Español ha recuperado sus Naves en Matadero y el teatro de texto, hito celebrado por la profesión. Conde Duque se ha convertido en un espacio de cultura contemporánea para descubrir nuevas tendencias escénicas. El Teatro Circo Price y el Fernán Gómez, además de circo y teatro, integran ciclos musicales de gran éxito. Matadero, con su Casa del Lector, su Central del Diseño, su Cineteca, su Centro de Residencias Artísticas y su nuevo Centro de Experiencias Inmersivas, además de los programas Intermediae y Medialab, es ya uno de los dinamizadores culturales de la ciudad y del país. Todo basado en un discurso cultural dirigido a los muchos, no para unos pocos. No se descuidan las salas alternativas, la cultura de proximidad (programas como 21 Distritos llevan a los barrios una oferta gratuita y de calidad) o la democratización del saber a través de las bibliotecas públicas, cuya red ha cuadruplicado la compra de libros desde 2019. Sumemos la enorme responsabilidad que es para el Ayuntamiento la conservación del patrimonio cultural heredado, como muestra la decidida labor de puesta a punto de la Puerta de Alcalá o la Casa Vargas.

Todo se ha hecho salvando las olas de una pandemia atroz. En lo peor de la crisis el Ayuntamiento aprobó el Plan Aplaude con fondos para evitar el cierre de teatros, salas o cines. Cuesta creerlo, pero hoy podemos decir que estos años de penumbra vírica Madrid mantuvo el 85% de la programación contratada de sus teatros y fue la primera ciudad en levantar el telón, milagro anotado por la prensa internacional. Pero milagro no fue: solo buena gestión.

Si no me creen, vengan: visiten Madrid. La Movida, aquella explosión de alegría con la llegada de la democracia, no terminó del todo. Madrid no ha dejado de moverse. En el metro –uno de los mejores del mundo– escucharán la banda sonora de una ciudad que vive un momento dulce: inglés, francés, alemán, italiano, todos los acentos y músicas del español. Vengan a pasear por el Retiro y el Paseo del Prado –ya Patrimonio Mundial de la UNESCO– de día y a poner proa a la Gran Vía de noche; a gozar del encanto de la Plaza Mayor y a admirar el despampanante Palacio Real. A tardear por el Barrio de las Letras, tomando tapas y disfrutando de cocina de vanguardia; a oír debates, a ver exposiciones. En libertad, sin cancelaciones. Ya dice el periodista Rafa Latorre que Madrid es la ciudad a donde se viene a que te dejen tranquilo. Cierto, pero no solo: también a aprender, a soñar, a hacer amigos. ¿Qué más cabe pedir?

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