Indulto a Griñán con alto coste político
Verde y con asas. El objetivo perentorio para el PSOE es que no exista una foto con el ex presidente de la Junta de Andalucía, ex ministro y ex presidente del PSOE, José Antonio Griñán, entrando en la cárcel, después de la dura sentencia judicial –ratificada por el Tribunal Supremo- por los 700 millones de euros malversados, a los que habrá que sumar otros 500 pendientes de juicio y que figuran en otras causas abiertas.
Ni quiero que el contribuyente siga distrayendo su dinero con Griñán en prisión, ni nunca he sido partidario de lanzada a moro muerto. Entiendo la maquinaria partidista que se ha puesto en marcha al objeto de evitar lo anteriormente dicho. Todavía pesa aquella imagen de Felipe González a las puertas de la cárcel de Guadalajara para despedir a Rafael Vera y José Barrionuevo condenados por el caso GAL. Dudo, en cualquier caso, que Pedro Sánchez acudiera a despedir a Griñán.
El hecho cierto es que el PSOE, con el Gobierno en sus manos, indultará antes de que la Justicia obligue al cumplimiento de la pena impuesta (de devolver el dinero malversado, hay que olvidarse) a su antiguo presidente. Creen que el coste de una medida impopular será, en cualquier caso, menor que la foto susodicha. Tengo mis reservas al respecto.
Sánchez ha demostrado que no se para en barras a la hora de utilizar una medida feudal –es lo que decía antes- si ello le reporta o cree reportarle algún beneficio político. Es demasiado fuerte la presión que le llega desde el interior del partido para hacer oídos sordos. Siempre podrá pedir contrapartidas a sus ancestros –Felipe, Guerra, etc…- a cambio de sacar de los barrotes a uno de los “nuestros”. El PSOE es el PSOE y la sociedad española la sociedad española.
Si ya los indultos a los golpistas provocaron una ruptura constitucional de grandes proporciones –que no se ha olvidado-, el indulto a José Antonio Griñán -“uno de los suyos”- provocaría una reacción colosal en contra de lo que se considerará “favoritismo” a todas luces. El coste electoral será enorme y, sobre todo, Sánchez habrá perdido cualquier argumento.
Lo hará. Tiene demostrado hasta la saciedad que le tiene sin cuidado salvaguardar el prestigio de la Presidencia del Gobierno, la honorabilidad de la institución y las formas. Él está en lo que está y para lo que está.
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