Los impuestos empobrecen

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Pedro Sánchez debe de verse muy mal cuando se agarra ya constantemente a la acusación de “neoliberalismo” al centro-derecha. Se ha inventado ahora que bajar impuestos son recetas del pasado y que lo actual, moderno y que soluciona todos los males es incrementar el gasto, tarea en la que se afana día tras día.

Él cree que puede financiarse de manera infinita, ya sea con más impuestos, con más deuda o con más inflación, y las tres vertientes las explota de manera decidida, exprimiendo a los ciudadanos.

Por un lado, no deja de crear nuevos impuestos -lleva veintisiete más en su mandato-, con algunos de tan dudosa legalidad como el impuesto a la banca, a las energéticas y a las grandes fortunas, que pueden constituir unos doble imposición, otro, invasión competencial de CCAA, todos, un posible problema de constitucionalidad y, en su conjunto, un aumento del elemento confiscatorio del Gobierno.

En segundo lugar, la inflación, que él alimenta presionando los cuellos de botella con su ingente gasto público, le llena las arcas con alrededor de 30.000 millones de euros más a costa del empobrecimiento de los agentes económicos. Como con el gasto presiona los precios al alza, provocará que el BCE tenga que subir tipos más y durante más tiempo para embridar la inflación, empobreciendo más a ciudadanos y empresas. Se olvida Sánchez, además, de que esta recaudación extra por el aumento de precios tiene un recorrido corto, pues cuanto más empobrezca a los ciudadanos, menos podrán comprar, con lo que bajará el consumo, con ello, las ventas, que llevará a un descenso de actividad y empleo, que hará que, de nuevo, se reduzca el consumo, y que hará descender la recaudación más de lo que ingresa de manera extraordinaria por la inflación. Además, con ella a quien más perjudica es a las rentas más bajas, porque casi todos sus recursos los destinan al consumo, con lo que soportan un mayor porcentaje de subida de precios y de incremento de impuestos ligado a los precios sobre su renta.

En último lugar, pese al incremento extraordinario de inflación, sigue aumentando el gasto, que hace que el déficit no baje y que se prevea que suba tanto en 2023 como en años siguientes, con acumulación de deuda adicional a razón de entre 40.000 y 50.000 millones de euros, empobreciendo a los ciudadanos. Ya ha incrementado la deuda en 329.000 millones de euros desde que gobierna, a razón de 216 millones de euros al día, y el ritmo no parece decaer, sino que arreciará en los próximos ejercicios, con incremento, además, de la parte estructural del déficit, que hará crónico un endeudamiento  adicional recurrente si no se pone freno a dicho gasto.

Con todo ello, Sánchez empobrece la estructura económica española y pone en riesgo la actividad, el empleo y también la propia recaudación, con lo que compromete, con sus subidas de impuestos, la financiación de los servicios públicos esenciales. En su pretensión por tratar de minimizar la derrota que parece tener en el horizonte o de llegar en mejor estado a la búsqueda de algún destino profesional en la UE u otro lugar, Sánchez va a dejar la economía española como un erial: llena de deudas, con un gasto enroscado en la estructura económica de manera importante, con un nivel de impuestos desincentivadores y con una clase media empobrecida, al tiempo que las rentas bajas habrán visto muy mermada su capacidad de compra. Los impuestos no son la solución, sino el problema, porque empobrecen a todos y hacen que haya menos recursos en el medio y largo plazo, pero, claro, a Sánchez no le preocupan más que los próximos quince meses.

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