En Génova está mal, pero en la Meridiana estupendo

En Génova está mal, pero en la Meridiana estupendo

El domingo pasado nos sorprendimos (poco) con las imágenes difundidas por todos los medios de comunicación de la concentración de partidarios de la presidenta de la Comunidad de Madrid frente a la sede del PP en la calle Génova. El motivo, como saben, eran las acusaciones de corrupción vertidas por la cúpula de este partido contra Isabel Díaz Ayuso sin estar suficientemente documentadas y la posterior crisis que esto desató en la organización y en su electorado.

No tiene nada de sorprendente la contrariedad de la izquierda ante este apoyo popular, pues ven la pujanza de la presidenta de la Comunidad como un peligro. Ni que se refieran a esta invasión (puntual) de la vía publica en términos tan desaforados como “escrache” y otros sinónimos hiperbólicos. Pero resulta chocante que se apunte también a estos calificativos algún que otro medio liberal. Y un sarcasmo para la mayoría de los catalanes que llevan AÑOS de pesadilla, con invasiones de la vía pública muchas veces en la categoría de guerrilla urbana. Cuando los autores del golpe contra las instituciones en el otoño del 2017 fueron llamados a rendir cuentas con años de prisión, sus seguidores desataron el caos y la destrucción por las calles de varias ciudades catalanas, sobre todo barcelonesas, mientras los respectivos gobiernos, tanto catalanes como nacionales, eran sumamente remilgados a la hora de atajar el vandalismo político de raíz. Sin comparación con lo sucedido en la calle Génova, con una manifestación pacífica -sólo estridente a nivel acústico- puntual y espontánea.

Lo que debería haber sido portada continua, o al menos merecer más atención, es el inconcebible abuso y desprecio por los derechos y libertades de las personas que representan los cortes de la Meridiana. Roza casi la santidad la paciencia de los ciudadanos barceloneses, y muy especialmente la de los vecinos de este barrio maltratado. Se supone que estos cortes están expresamente prohibidos desde el pasado 10 de febrero por la conselleria de Interior. Las concentraciones, ahora, hay que hacerlas en la calle Pardo para no perjudicar a los vecinos. Pero, evidentemente, eso no les mola. Y como los políticos y los mandos de las fuerzas del orden están acoquinados y van con pies de plomo -no vaya a ser que el abusador independentista se moleste mucho- los Mossos de Esquadra les permitieron cortarla este lunes sólo un poquito, veinte minutos, antes de hacerlos recular hacia la acera. Pero todo tiene un límite, y no todos tienen vocación de santo Job entre los afectados. Un conductor bloqueado salió de su vehículo propinando un puñetazo a uno de los manifestantes independentistas. Naturalmente, no aplaudo esa falta de control (el que lo recibió tuvo que ser trasladado al hospital por el traumatismo resultante), pero sí sorprende que no haya ocurrido antes.

¡Es que este ha sido el corte 676 en la Meridiana, que se dice pronto! Me dan ganas de que les corten Génova 676 veces y vean qué significa para el ciudadano sufrir esta afrenta durante años. Especialmente para el no independentista que ve que, no sólo estos mismos que corten las calles han convertido su ciudad y su tierra en un erial, sino que se ve inmerso en un bucle tipo Día de la Marmota sin esperanza. Justo el día de este corte número 676, el ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, al que ahora pretenden blanquear, participó en la clausura de unas jornadas sobre Europa organizadas por el Departamento de Acción Exterior. Al finalizar su intervención expresó nada menos que su «simpatía y afecto» hacia Puigdemont. Y luego que no te enfades si te bloquean en la Meridiana…

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