Al feminismo le da igual, pero los chicos se nos están quedando atrás

8M
  • Teresa Giménez Barbat
  • Escritora y política. Miembro fundador de Ciutadans de Catalunya, asociación cívica que dio origen al partido político Ciudadanos. Ex eurodiputada por UPyD. Escribo sobre política nacional e internacional.

Apaciguada la resaca del 8M, insistimos en un fenómeno que debería atraer de forma urgente el foco de la política: la alarmante caída en el desempeño educativo de los niños y los chicos, tanto en la escuela como en la universidad. Y justamente estos días, Steve Stewart-Williams, profesor de psicología en la Universidad de Nottingham, Malasia, y autor de un libro que recomiendo encarecidamente The Ape That Understood the Universe, publicó un interesante post en X sobre este tema. «Los niños se están quedando cada vez más atrás de las niñas en la escuela», decía. Y que «esta desventaja tiene consecuencias importantes». Efectivamente, los niños que se quedan atrás corren el riesgo de abandonar la escuela, de no asistir a la universidad y/o quedarse desempleados.

En los países de la OCDE, seguía Stewart-Williams, el 66% de las mujeres entraron en la universidad en 2009, frente al 52% de los hombres, y esta brecha ha ido aumentando. En Europa, el 43% de las mujeres de 30 a 34 años completaron la educación terciaria en 2015, en comparación con el 34% de los hombres en el mismo rango de edad. Lo que resulta en 4,4 puntos porcentuales en los últimos diez años. ¿Podría ser que hubiera un sesgo en la forma tratar los profesores a sus alumnos en función del sexo?

Pues eso se deduce de un estudio en Science Direct de la economista Camille Terrier Boys lag behind: How teachers’ gender biases affect student achievement (Los niños se quedan atrás: cómo los prejuicios de género de los docentes afectan el rendimiento de los estudiantes»).

Varios artículos ya habían demostrado que los estereotipos de los docentes podrían influir en sus evaluaciones y calificaciones pero, según la autora, ninguno de ellos iba un paso más allá estudiando el impacto de los sesgos de género de los docentes en el progreso posterior de los estudiantes y en sus trayectorias escolares. Y Terrier concluye: «A pesar de la creencia generalizada de que las niñas sufren discriminación, los prejuicios de los docentes favorecen a las niñas». Un favoritismo que tiene consecuencias a largo plazo, afirma: «Sin el sesgo de los docentes a favor de las niñas, la brecha de género en la elección de una carrera científica sería un 12,5 % mayor a favor de los niños».

¿Por qué existe la percepción popular de que los hombres son privilegiados mientras que la desventaja es propia del sexo opuesto? La idea de la «brecha de empatía» hacia los hombres parecerá una perspectiva perversa, ya que la victimización se ha convertido en exclusiva de las mujeres, las niñas y las minorías; no de los hombres. Pero las desventajas que sufren los hombres y los niños son innegables. La llamada «brecha de empatía», de acuerdo con los psicólogos clínicos John Barry y Martin Seager, les perjudica claramente.

También lo cree William Collins que en su libro La brecha de empatía declara que la discriminación hacia los hombres (por parte de ambos sexos) es «aterradora»: «Los hombres y los niños están en gran desventaja en muchas áreas de la vida, incluida la educación, la atención médica, la integridad genital, la justicia penal, el abuso doméstico, las horas de trabajo, los impuestos, las pensiones, la paternidad, la falta de vivienda, el suicidio, los delitos sexuales, y el acceso a sus propios hijos después de la separación de los padres».

Efectivamente, en estos momentos, las tornas están cambiando de manera alarmante aunque el feminismo hegemónico no quiera verlo. Será que ninguna de las que sale con la pancarta tiene hermanos o hijos.

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