El expolio catalanista del gótico mallorquín

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El expolio catalanista del gótico mallorquín

Como no podía ser de otro modo, el expolio catalanista también se ceba en las joyas de la arquitectura gótica mallorquina de los siglos XIV y XV que levantaron los arquitectos del reino de Mallorca de acuerdo al estilo arquitectónico de su época: el Castillo de Bellver, el Palacio de la Almudaina, la Catedral y la Lonja de Palma.

El Ayuntamiento de Palma (www.palma.cat), subordinado culturalmente respecto de Cataluña, es una pieza fundamental de este expolio catalanista. Para que no haya lugar a dudas de que estamos en los Países Catalanes el ayuntamiento palmesano sitúa la llegada del gótico en un marco temporal pancatalán, “la construcción de la Catedral de Palma es inmediatamente posterior a la conquista catalana de la isla en 1229”, para poder afirmar sin ningún tipo de sonrojo que “la Lonja es un claro exponente del gótico civil catalán”.

Esta dependencia cultural de la institución palmesana se completa con la deformación y la tergiversación de la historia, costeada y sufragada desde la Generalidad de Cataluña, que llevan a cabo los medios y plataformas pancatalanistas. La “Enciclopedia catalana” nos cuenta que “las manifestaciones de arte gótico en los Países Catalanes (s. XIII-XV) (…) alcanzaron una originalidad bien precisa. (…) Desde mediados del s. XIV, las grandes catedrales catalanas (Barcelona, Girona, Mallorca) fijaron la fórmula original del gótico catalán”. El también subvencionado semanario www.eltemps.cat va a la par con el ayuntamiento de Palma cuando concreta que la Catedral fue “comenzada a construir poco después de la conquista catalana de 1229”.

Lo cierto es que el gótico catalán es muy distinto al gótico mallorquín. Ambos son gótico levantino (propio de la Corona de Aragón), pero el catalán, frente al mallorquín, se caracteriza por su horizontalidad y no por su verticalidad, por un mayor uso de contrafuertes en lugar de arbotantes y además de dar poca importancia a los vitrales. Todo lo contrario de la luminosa Catedral de Mallorca, que posee el rosetón más grande del mundo gótico con un diámetro de 13 metros, además de contar con multitud de vitrales y rosetones. La bóveda de su nave mayor alcanza una altura de 44 metros, sólo superada por los 48 metros de la francesa Catedral de Beauvais (la catedral gótica más alta del mundo) y los 45 metros de la italiana Catedral de Milán. La mallorquina supera los 43 metros de la alemana Catedral de Colonia.

El estilo gótico llegó a Mallorca en el siglo XIII, después de la conquista cristiana de 1229 por Jaime I de Aragón. Los maestros de obras que acompañaron a los nuevos pobladores catalanes, leridanos, languedocianos, provenzales y aragoneses (para el subvencionado www.eltemps.cat se trata sólo de unos “primeros pobladores catalanes”) construyeron pequeñas iglesias y ermitas en la payesía mallorquina alrededor de las cuales se asentaron las nuevas parroquias (San Pedro de Escorca, La Paz de Castellitx, San Miguel de Campanet, Santa Ana de Alcudia). Y las edificaron según la técnica usada y conocida en sus tierras de origen, un estilo gótico austero y primitivo.

En cambio, en la inmediata postconquista, las iglesias que hizo levantar el Conquistador en la capital balear (Santa Eulalia y Santa Margarita) se construyeron según el estilo más evolucionado y magnífico que se usaba en la región natal del monarca, el Languedoc. Hacía más de un siglo que el estilo gótico había nacido en la Isla de Francia, para seguir camino sur hasta el Languedoc (Tolosa, Albi, Narbona, Carcasona…) y el condado del Rosellón. De este modo, en 1276, en la iglesia gótica de Santa Eulalia, el nuevo rey de Mallorca, Jaime II, juró las franquezas del reino insular.

Lo que debería contar el culturalmente dependiente ayuntamiento de Palma es que la arquitectura gótica mallorquina llegó a su máximo esplendor durante la dinastía privativa mallorquina, con las técnicas constructivas importadas del Languedoc y del Rosellón. A esta subordinación cultural de nuestras instituciones, hay que añadirle el grave complejo de inferioridad que significa minusvalorar y despreciar las ejecutorias de los reyes mallorquines Jaime II, Sancho I y Jaime III (la bandera de Mallorca otorgada en 1312 por Sancho I es llamada despectivamente la “del castillito”; la cruz del Campo de la Batalla de Llucmajor que recuerda el lugar donde murió Jaime III defendiendo su reino es ultrajada año tras año).

Jaime II de Mallorca, en su afán de prestigiar a la nueva Corona mallorquina se fijó como objetivo dotar de grandes construcciones a sus dos capitales: Perpiñán (Palacio) y Mallorca (Palacio, Catedral, Castillo). En Montpellier ya poseía el Palacio familiar (hoy día desaparecido) y en el Rosellón se erigía la románica Catedral de Elna. Para estas grandes obras escogió a los mejores arquitectos de su Corona, el rosellonés Ponç Descoll y el mallorquín Pedro Salvá.

Antes de trasladarse al archipiélago balear, el arquitecto real Descoll trabajó en Perpiñán, en sus murallas y en la construcción del Palacio de los Reyes de Mallorca, donde además levantó las Capillas Reales de la Santa Cruz y Santa Magdalena. También trabajó en Menorca en los cimientos de las murallas de Ciudadela, dotándolas de torres semicirculares como las de Perpiñán. Una vez llegado a Mallorca, Descoll, inició la remodelación del antiguo alcázar del walí de Mallorca, el Palacio de la Almudaina, con el objetivo de convertirlo en residencia real. Además allí también dirigió las obras de las Capillas Reales, la de Santa Ana y de San Jaime.

Descoll y Salvá también llevaron a cabo las obras construcción del Castillo de Bellver. Las obras comenzaron en 1300 y duraron más de una década.  Descoll demostró, de nuevo, su destreza en el manejo de los volúmenes cilíndricos en la ejecución de la principal característica del diseño de Bellver, su planta circular con sus tres torres circulares adosadas y la, también redonda, torre del homenaje.

Paralelamente a las obras de Bellver, Descoll comenzó la construcción de la Catedral de Mallorca sobre la antigua mezquita. Fue el autor de la Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral (donde están enterrados los reyes de Mallorca Jaime II y Jaime III; Sancho I está enterrado en la Catedral de Perpiñán, que él ordenó construir). La labor de Descoll en las obras de la Catedral la continuó el arquitecto mallorquín Jaime Fabré. Posteriormente, se construyó en la Catedral la actual Capilla Real y a mediados del siglo XIV se continuó con la construcción de las tres naves. En 1420 el arquitecto mallorquín Guillermo Sagrera asumió la dirección de las obras de la Catedral. A él se le deben la Sala Capitular y las esculturas de san Pedro y san Pablo de la Puerta del Mirador. Previamente dirigió en Perpiñán las obras de la nueva Catedral de San Juan el Nuevo, iniciada un siglo atrás.

Sagrera se hizo cargo en 1426 de la construcción de la Lonja de mercaderes de Palma, cuyos trabajos le ocuparon veinte años. Posteriormente fue llamado por el rey Alfonso V Aragón para trabajar en Nápoles, donde el monarca había establecido su Corte. En 1448 se convirtió en el director de las obras de renovación del “Castel Nuovo”, la vieja y arruinada residencia de los Anjou que el Magnánimo decidió remodelar completamente. Sagrera se encargó de la construcción de las poderosas cinco torres que reforzaban la muralla. Sin embargo, su intervención más destacada en el “Castel Nuovo” fue su excepcional “Sala dei baroni”.

Para rematar la faena expoliadora, en la “Fundación de Estudios Históricos de Cataluña” (actualmente sin actividad, pero ahí quedan sus tergiversaciones) tampoco se quedan cortos. Resulta que las lonjas de la Corona de Aragón son todas catalanas, hasta la de Zaragoza: “a partir de Barcelona, y durante 200 años, se fueron construyendo las grandes lonjas catalanas” (…) “Palma de Mallorca (…), Valencia (…), Zaragoza” (www.histo.cat).

Aún hay más, en el parque temático “Cataluña en Miniatura”, que se inauguró “con el objetivo de crear un mapa representativo de los lugares más destacados de las tierras catalanas”, entre las maquetas encontramos inexplicablemente, o no, una de la Catedral de Mallorca. Entre sus patrocinadores y colaboradores tenemos a la Agencia Catalana de Turismo de la Generalidad de Cataluña, al Consorcio de Turismo de Barcelona, a los Ferrocarriles de la Generalidad de Cataluña y a la Televisión de Cataluña (TV3). No es tan inexplicable, como no hay quejas… (y menos del Ayuntamiento de Palma punto.cat).

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