La distorsión que crea el enfrentamiento en la patronal

La patronal española vive tiempos de enfrentamiento, que, a mi juicio, son equivocados, porque la debilitan. De esta manera, la CEOE, presidida por Antonio Garamendi, mantiene un enfrentamiento con Gerardo Cuerva, actual presidente de CEPYME, organización integrante de CEOE para ocuparse, específicamente de las pymes, que constituyen la base del tejido productivo tanto de la economía nacional como de la economía europea.
Sin entrar en las razones de cada uno de ellos, a los que respeto y a los que he tratado aunque tampoco en exceso -algo más a Cuerva y menos, casi testimonial, a Garamendi- se me antoja un despropósito que en la circunstancias actuales, con un gobierno claramente hostil a los empresarios, que está impulsando un cambio legislativo dañino para las empresas, como el incremento exponencial del salario mínimo o la reducción de jornada, y unos sindicatos que, claramente, secundan al Gobierno, los máximos representantes de los empresarios discutan de una manera tan desabrida.
Esa situación debería corregirse. Garamendi ha propuesto a una candidata de su confianza para el puesto de presidente de CEPYME, mientras que Cuerva ha anunciado que se presenta a la reelección. Entre medias, acusaciones cruzadas sobre imposiciones por parte de uno y cambios de reglamento para el voto delegado por parte del otro, han enrarecido todo el proceso.
Llegados a este punto, lo sensato es parar este enfrentamiento y recomponer la situación. Si no, tendrá difícil arreglo, porque, si gana la candidata de Garamendi, Cuerva y sus seguidores pueden mostrar internamente una oposición que provocaría más ruido en toda la organización empresarial española. Por otra parte, si gana Cuerva, la relación con Garamendi puede que haya quedado tan rota que sea imposible de reconducir e invivible su cohabitación.
Por todo ello, quizás, llegados a este punto, aunque lo sensato hubiera sido alcanzar un candidato de consenso para presidir CEPYME, ahora, para ello, tocaría que Gerardo Cuerva renunciase previamente a la reelección, no por no estar preparado para el puesto que ha desempeñado o por no rendir adecuadamente, sino porque, al fin y al cabo, y aunque haya un sistema electivo para nombrar presidente de CEPYME, a nadie se le escapa que lo lógico es que sea de la máxima confianza del presidente de la CEOE, y si con Cuerva ya no existe esa confianza, no merece la pena, por el bien de la organización empresarial, que este último siga intentándolo, porque o lo derrotarán en las elecciones o, si vence él, su día a día puede ser de un constante enfrentamiento, cosa no deseable ni para Cuerva, ni para Garamendi ni, sobre todo, para las organizaciones empresariales, que deben centrar sus esfuerzos en defender los intereses de las empresas, para lo que no pueden distraer ni tiempo ni recursos en luchas internas que no conducen a nada positivo.
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