La desunión británica

La desunión británica

Presenciar como el Brexit divide el Reino Unido y como el nacionalismo escocés ya plantea su segundo referéndum añade perplejidad, desde este lado del Canal de la Mancha, al diagnóstico sobre las incertidumbres europeas mientras que China se afirma geopolíticamente. Llevamos un tiempo en la zozobra de una crisis de la conciencia europea y, al contrario de lo que pudimos suponer, la caída del muro de Berlín, siendo un hito de la libertad, no ha inyectado mayor consistencia existencial, más energía intelectual, a los procesos de la Unión Europea. No todo se arregla con repartir becas Erasmus.

Del consuetudinario Westminster que fue madre de tantos parlamentos al Brexit, la Gran Bretaña ha ido perdiendo su capacidad de arbitrar equilibrios de poder en el continente y ni tan siquiera –salvo por afinidades histriónicas entre Trump y Boris Johnson- mantiene la vitalidad del vínculo trasatlántico. Se deslustran aquellas relaciones entre primos. Toda una época de la política británica se desvanece hasta el punto, inimaginable hace unos años, de que en plena campaña electoral el laborista Tony Blair esté prácticamente pidiendo el voto para los conservadores pro-permanencia en la UE y el conservador John Major –quien considera el Brexit como la peor decisión decisión de política exterior de nuestra época- requiera el voto táctico para que el electorado “tory” no apoye a los candidatos conservadores pro-Brexit. Johnson y Blair compitieron en las generales de 1997: entonces, Blair ganó ampliamente. Ahora les une el anti-Brexit.

Con todas sus reticencias, la demografía, la City, la capacidad militar y un “know how” institucional daban valor a la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea. Fue positiva para España en los tiempos Blair-Aznar. La consumación del Brexit tiene consecuencias malas para todos. En primer lugar para un Reino Unido que puede entrar en escenarios de desunión. ¿Qué pasa con Escocia o con Irlanda del Norte? ¿Cómo suturar la división social – generacional y territorial- que va a provocar el Brexit?  A diferencia de John Major, un “tory” de la moderación y el realismo, David Cameron convocó un referéndum en Escocia –que quedó en 55 por ciento frente a un 45-, dejó al Reino Unido en las marismas del Brexit y abandonó Downing Street silbando, como un personaje de “My fair lady”. Tony Blair, con todos los errores de su tercera vía, dio un rostro rejuvenecido al laborismo, sobre todo si lo comparamos con la izquierda atávica y radical que hoy representa Jeremy Corbyn.

La hipótesis de una Cámara de los Comunes sin mayoría absoluta tiene alguna aceptación en las casas de apuestas, pero siempre con Johnson como vencedor claro. Si los nacionalistas escoceses se convierten en la fuerza-bisagra, la desunión británica ganaría terreno. El cálculo es que Boris Johnson absorberá los votos del partido de Farage. En general, el Brexit ha dado volatilidad a los comicios. Johnson puede arrebatarle votos a un Corbyn al que el votante laborista tradicional ve como demasiado extremista. En estas terceras elecciones en cuatro años y medio, el envite es histórico con la perspectiva de un país en manos de un “hooligan” que tiene soliviantados a Tony Blair y John Major, tanto como al mundo empresarial y las generaciones más jóvenes. Son generaciones que se juegan su futuro este jueves, ante la estupefacción del “status quo” en la Europa comunitaria.

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