Cruce de caminos en el futuro de Europa

Europa necesita impulsos. Europa, la vieja y anquilosada Europa, que se
debate entre su ser y no ser, entre mantenerse unida y recia o romperse,
en un primer paso, a través del Brexit, está falta de nuevos aires y de
frescura, de mucha lozanía, porque su ambiente anda, cuando menos,
entre cargado y enrarecido, como si de un tiempo acá hubiera perdido su
brújula. Tal vez no valoramos la energía de la Unión Europea. La Europa
de los 28 es la segunda gran potencia económica mundial, con 15,9
billones de euros de producto interior bruto (PIB), por detrás de Estados
Unidos, cuyo PIB roza los 17,4 billones, y por delante de China, con un PIB
de 11,3 billones de euros.
Sin embargo, esta actual Europa adolece de falta de empuje, carece de
liderazgos que le marquen el paso, acumula ínfulas populistas y está
permanentemente cortejada por los extremismos y los nacionalismos
como protesta por la parálisis económica de las abofeteadas clases
medias… Europa ha devenido en burocratizada hasta la saciedad, un tanto
inoperante, enfermiza y posesa con infinidad de leyes superfluas y
reglamentaciones sencillamente inútiles a modo de obstáculo para su
propio desarrollo… ¡Y Europa está endeudada!, con 12,7 billones de euros
de deuda pública, el 80% del PIB de los 28 Estados Miembros
En esta Europa donde los ceremoniales y el orden y apetencias de las
jerarquías políticas eclipsan bríos económicos y que, de no remediarse, va camino de convertirse en un parque temático al estilo de Pompeya, de los
vestigios del imperio romano y de las ruinas de la antigua Grecia, anida la
Unión Económica y Monetaria – la Eurozona -, con un PIB superior a los
11,5 billones de euros, por delante de China, y una deuda pública de casi
10 billones de euros, más del 85% de su PIB.
Europa necesita reactivar sus estructuras y renovarse a fondo para seguir
ejerciendo un papel hegemónico. ¿Quién tirará del carro europeo? Ésta es
la gran pregunta para quienes vemos a una Europa algo desmoronada,
con falta de nervio, apocada y sin carácter, más en plan víctima de los
grandes conflictos que azotan el panorama geopolítico que líder de un
mundo que está revuelto. Y si no se reacciona a tiempo, nuestro futuro
europeo rememorará esplendores de un pasado que no volverá, evocando
utopías… ¡Y de recuerdos y de glorias pasadas, lamentablemente, no se
vive!