Costa, a la calle por corrupción
«En estas circunstancias, no puedo ejercer mis funciones de primer ministro bajo sospecha que afectan a mi honorabilidad y sombras de corrupción criminal…». Con estas palabras, el hasta ahora jefe del Gobierno luso, António Costa, puso fin a su mandato al ser investigado él y su entorno por corruptelas y abuso de poder. Un ejemplo de coherencia más allá de sus posibles responsabilidades en los trinkes y en el uso fraudulento del poder.
No hay ningún español medianamente informado que al escuchar esta noticia no pensara inmediatamente en su amigo y socio español, Pedro Sánchez. Costa se ha ido porque los investigadores policiales, no hay sentencia judicial al respecto, han hallado indicios razonables de corrupción y de hecho se han encontrado 86.000 euros camuflados en cajas de vino en el domicilio de su jefe de Gabinete, principal acusado por los investigadores judiciales lusos.
¿Qué habrán pensado Sánchez y sus colaboradores? Hay que escribir y escribo que Costa ha sido uno de los referentes políticos europeos del mandatario español. Además de su correligionario socialista y amigo personal. En esa dimisión, insisto, más allá de las responsabilidades penales que pudieran sustanciarse, hay, al menos, algo de dignidad y en cualquier caso, una forma digna de entender la política. Durante los cinco años largos de mandato sanchista han aparecido pruebas, indicios, datos que apuntan a distintas corruptelas, aprovechamiento del poder, etc. que per se tendrían que haber sido objeto de investigación por parte de jueces de instrucción y fiscales. ¿Qué sucedió con la morterada de millones distribuida al albur del Gobierno durante la pandemia entre sus amigos y correligionarios? Incluso, la utilización de los bienes del Estado de forma abusiva por parte de la Presidencia del Gobierno deberían haberse investigado y aclarado. Pero, ¿de quién dependen los sumisos fiscales? ¡Pues eso!
Llevo muchos meses escribiendo en este mismo papel digital que sólo sabremos el alcance de la corrupción socialista, cuando este individuo malencarado y soberbio sea desalojado del poder. Sólo entonces podremos conocer lo que él y sus cuates han perpetrado y que afecta directamente al dinero público.
Por lo publicado en la prensa seria, hay indicios más que suficientes para que el Poder Judicial, quizá por ello traten de maniatarlo definitivamente, actúe ya de oficio; claro, entonces oiríamos de nuevo los calificativos de «fachas» y otras lindezas en boca de aquellos que utilizan España y sus recursos como si fuera su predio particular. Una vez más, ¡vivir para ver!
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