Contra la banda de Sánchez y contra los elementos
Este pasado sábado, 9 de marzo, volvimos a salir a las calles los ciudadanos españoles que no nos resignamos a que la banda de Sánchez nos robe las libertades y destruya el Estado de derecho.
Los ciudadanos acudieron masivamente a la convocatoria, que llevaba por lema Sobran los motivos, Sánchez dimisión. La afluencia desbordó la Plaza de Cibeles. Lo hicieron a pesar de las circunstancias adversas. Por ejemplo, la frialdad en los medios de comunicación: hasta unos días antes, salvo excepciones tan notables como escasas, ningún medio de comunicación prestó atención a esta concentración ni la difundieron, tampoco los que objetivamente no pertenecen a la constelación mediática pública y/o concertada. Eso impidió que la convocatoria se difundiera de forma que todos los ciudadanos pudieran enterarse y tomar la decisión de ir o no a la misma.
Esta convocatoria también contó con la frialdad entre los partidos políticos que no forman parte de la banda de Sánchez: esperaron a que faltaran unos pocos días para anunciar públicamente que asistirían… y punto). Frialdad también entre la mayoría de prescriptores de opinión no adscritos al régimen sanchista que pululan por debates y tertulias y que olvidaron, de forma sistemática, hacer una mención a la convocatoria. Pero la concentración fue un éxito, también, a pesar de unas condiciones climatológicas que animaban a quedarse en casa al más pintado.
Sí, hacía frío ayer sábado en Madrid. Viento, lluvia, amenaza de nieve… Pero ni eso retuvo en casa a miles de ciudadanos que decidieron ejercer como tales. Desde el escenario instalado en la Plaza de Cibeles escuchamos la voz de quien advirtió de la deriva antidemocrática del Gobierno de Pedro Sánchez, concretándola en la aprobación de una Ley de Amnistía que no tiene cabida en los estándares democráticos del mundo; la voz de los jóvenes que proclamaron que España merece la pena y que se comprometieron a librar la batalla para impedir que nos roben los derechos por los que lucharon sus padres; la voz de quien, desde los uniformados de verde, nos recordaron que su primer compromiso es defender la Constitución, y por tanto la democracia, y protegernos a todos los españoles de sus enemigos; y la voz de quien, tras sobrevivir a un intento de asesinato, continúa plenamente convencido de que la banda de los enemigos de la nación que encabeza Pedro Sánchez pasará, pero España permanecerá cuando ellos hayan caído en el olvido… o les veamos sentados en el banquillo de los acusados, que es el lugar de la historia que les corresponde.
Pero en Cibeles no sólo se escucharon las palabras que se pronunciaron desde el escenario. La plaza atronó en más de una ocasión coreando ¡Libertad!, esa palabra que tantas veces escuché –y grité- en los tiempos negros, en los años del plomo. No pude por menos que pensar que ese hecho en sí mismo, que probablemente pasará desapercibido en las crónicas –no tiene morbo– demostraba hasta qué punto los ciudadanos son conscientes de que nuestra democracia está atravesando un momento crítico en el que la propia supervivencia del Estado de derecho está en riesgo. Esa espontánea manifestación de ciudadanía consciente de lo que nos estamos jugando es la que nos permite tener la certeza de que a pesar de los pesares, a pesar de los corruptos del Gobierno, a pesar de las alianzas antisistema que promueve Pedro Sánchez, a pesar de que el PSOE se haya cambiado de bando…, la Nación prevalecerá, que decía Alejo Vidal-Quadras.
Sí; la nación española seguirá existiendo unida y plural, democrática y diversa, fuerte y alegre, cuando esta banda de malnacidos haya sido arrinconada por los ciudadanos que no nos resignamos a ser siervos de ningún caudillo y defendemos la ciudadanía por encima de la etnia, que es el nexo aglutinador de la extrema derecha representada por Junts y por Bildu, nexo que Pedro Sánchez soldó a fuego al destino del PSOE.
El resumen de Cibeles-9M no puede ser otro que éste: no pararemos hasta ganar. Porque no queda otra y porque… ¡qué otra cosa se puede hacer sino ganar! Gracias, amigos, a todos los que respondisteis a la llamada. ¡Viva la Constitución!, ¡Viva España!, ¡Viva el Rey! Y, como dijo uno de nuestros portavoces, ¡Viva la Guardia Civil y viva la UCO!
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