23-J: o Bildu o la Constitución
Arnaldo Otegi ha dejado claro en los últimos años que su apoyo al PSOE no es un hecho coyuntural, sino una alianza estable cimentada en un buen número de acuerdos a nivel local, autonómico y nacional. Los socialistas, encabezados por Pedro Sánchez, han aceptado a Bildu como un socio preferente y se han dedicado en cuerpo y alma a blanquear a la fuerza que reúne a numerosos ex dirigentes etarras, como Otegi o David Pla. No es una opinión mía, es un hecho tozudo que se ha visto en la acción del actual Gobierno de coalición. Y no lo digo yo, de ello han presumido los dirigentes de Bildu.
Este domingo nos jugamos algo más que un cambio de presidente de Gobierno. No es la típica alternancia entre socialistas y populares, como ha pasado en las últimas cuatro décadas. Lo que se dirime es si formaciones supremacistas que creen que sus respectivos «pueblos», el vasco y el catalán, son superiores al resto de españoles siguen marcando el rumbo de la política nacional. El 23 de julio se decide si Bildu y ERC pueden seguir en su labor de demolición de la Constitución para crear dos «Repúblicas» en las que los vascos y catalanes que nos sintamos españoles no tengamos derechos políticos o lingüísticos.
Si Pedro Sánchez sigue al frente del Gobierno, el proceso de demolición de nuestro marco constitucional seguirá. Tras la degradación que el sanchismo ha llevado al Tribunal Constitucional, la Fiscalía, el INE, el CIS, RTVE, la presidencia del Congreso, la presidencia del Senado, el Tribunal de Cuentas – entre otras –, la mancha del descrédito se extenderá por el resto de instituciones del país. Un Gobierno de España que no solo no hace cumplir en Cataluña las sentencias judiciales sobre la enseñanza en español en las escuelas, sino que además apoya en el Parlament las iniciativas de los partidos separatistas para burlarlas, demuestra que no está por respetar nuestro marco legal, sino por degradarlo.
Los partidos que más interés tienen en debilitar al Gobierno de España han entrado durante la campaña electoral en una curiosa competición para ver cuál de ellos presume de conseguir el mayor precio a cambio de apoyar una posible investidura de Pedro Sánchez. Ya dan por sentado, visto el precedente de los últimos años, que el PSOE aceptará gustoso cualquier concesión que tenga que hacer, por gravosa que resulte para la unidad del país, a cambio de asegurar la permanencia de Sánchez en Moncloa. Escuchar a Otegi, Rufián o Nogueras debatir sobre el óbolo a pagar por los socialistas es, simplemente, terrorífico. Los que quieren destrozar España son los que ponen el precio de escoger al Gobierno del país que odian.
Por eso, el domingo hay que asegurarse que ni Bildu, ni ERC, ni el resto de partidos separatistas que componen el bando «plurinacional» no tengan ninguna influencia sobre el Gobierno de España. Hay que votar no contra Sánchez, sino a favor de un país de ciudadanos libres e iguales en el que todos tengamos los mismos derechos. A favor de un Gobierno que prescinda de partidos tribalistas que intentan desterrar a la lengua española de sus territorios y que financian a grupos radicales dedicados a la persecución social de los que discrepan con los postulados separatistas. No sé lo que harán PP o Vox juntos o por separado, en los próximos años si se produce un cambio de Gobierno y si nos decepcionarán o no. Pero solo con el hecho de que Bildu, ERC, PNV, Compromís, BNG o Junts dejen de tener influencia en Moncloa, ya habremos avanzado una barbaridad. Así que este domingo toca votar por un cambio para que Sánchez deje de destrozar nuestras instituciones.