Colas en esta zapatería de barrio de Madrid que presume de ser «la más viral» sin tener redes sociales

zapatería Madrid
Zapatería Aurori. (Foto: @barrio_de_arguelles_madrid)
Blanca Espada

Zapatería Aurori, un pequeño negocio de barrio en el madrileño distrito de Chamberí se ha convertido, sin proponérselo, en el epicentro de  una viralidad que traspasa incluso fronteras. No tiene web, no está en Instagram ni en TikTok, pero su nombre suena con fuerza en los móviles de miles de jóvenes que hacen cola literalmente para entrar. Y todo ello sin haber publicado jamás un vídeo, ni un storie, ni un solo post.

Desde hace unas semanas, la estampa se repite: jóvenes, muchas de ellas de entre 20 y 30 años, llegan con el móvil en la mano, dispuestas a esperar el tiempo que haga falta para entrar en un local que hasta hace poco sólo conocían los vecinos de toda la vida. Lo curioso es que nadie en la tienda ha puesto en marcha una campaña publicitaria. Todo ha surgido a raíz de las recomendaciones de usuarias anónimas que, emocionadas con su hallazgo, lo han convertido en una joya escondida de TikTok.

Y lo más curioso de todo es que la escena parece sacada de otra época: la tienda no tiene aire acondicionado, los zapatos están dispuestos en estanterías metálicas sin grandes pretensiones y los precios, desde 10 euros, no han cambiado su esencia low cost desde que abrió hace más de 50 años. Pero lo que sí ha cambiado radicalmente es el público y la energía que se respira al otro lado del escaparate. Aurori se ha vuelto viral sin proponérselo, sin entender del todo por qué, y sin tener tiempo para reorganizar el stock que vuela cada día.

La zapatería de Madrid que es viral sin tener redes sociales

Parte del magnetismo de esta zapatería reside en su oferta: zapatos de todo tipo desde 10 euros. Bailarinas, sandalias, botas tipo cowboy, zuecos, plataformas hay para todos los gustos, y eso sin contar con los modelos imitación de firmas más reconocidas que muchas descubren. La variedad es tan sorprendente como los precios.

A esta fórmula se le suma un ingrediente que resulta cada vez más potente: el misterio. No hay forma de comprar online ni saber qué modelos hay disponibles. Tampoco se pueden hacer reservas, ni ver un catálogo digital. Quien quiera experimentar lo que se cuenta en redes debe acercarse en persona a Fernández de los Ríos, 86, hacer la cola y entrar a comprar cuando sea su turno.

 

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Una tienda viral que no sabe que lo es

El éxito ha sido tan repentino que incluso los propios dueños (una familia china que lleva el negocio desde hace varios años) siguen sin entender del todo lo que está pasando. Son cuatro en total: el matrimonio y sus dos hijas nacidas en España, que se turnan para atender el aluvión de clientas. La tienda ha tenido siempre clientela fija, pero desde hace unos meses no dan abasto. De hecho, han tenido que cerrar al mediodía de 15:00 a 17:00 sólo para poder reponer género y reorganizar el caos que se genera con tanta clientela entrando y saliendo.

«Un día vi un vídeo de TikTok que me sonaba… y era nuestra tienda», cuenta una hija a El País, una de las hijas con una mezcla de sorpresa e incredulidad. Desde entonces, los vídeos no han parado de crecer. Algunos tienen más de 40.000 “me gusta” y miles de compartidos. El algoritmo de la red social ha hecho el resto. Basta con escribir zapatería en el buscador de TikTok para que Aurori aparezca como primera sugerencia. Sin invertir un euro en publicidad, la tienda ha alcanzado niveles de exposición que otras solo podrían soñar.

 

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El fenómeno sin estrategia

Lo más llamativo de todo es que no hay una estrategia detrás de este éxito. Ninguna campaña, ni colaboración pagada, ni posicionamiento SEO. Todo ha surgido de forma orgánica, sin control y sin intenciones previas. Es la propia comunidad online la que ha tejido la fama de Aurori. TikTok ha hecho el trabajo y las redes sociales han dado forma a un fenómeno que pone en jaque a los manuales de marketing.

El caso de la Zapatería Aurori demuestra que, en un mundo hiperconectado, a veces lo más sorprendente ocurre al margen de lo previsto. Que todavía hay espacio para las tiendas pequeñas, los precios justos y los descubrimientos espontáneos. Y que el mejor escaparate no siempre es digital, sino aquel que, sin grandes luces, despierta el entusiasmo de quien se topa con algo distinto, inesperado y honesto. Aunque tenga que hacer cola bajo el sol para entrar.

Y mientras algunas voces critican el revuelo por considerarlo que no deja de ser una moda pasajera, otras lo celebran como un soplo de aire fresco para el pequeño comercio. </strong

 

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